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Inicio » ¿Qué es la Terapia Gestalt?
La terapia Gestalt no es un conjunto de técnicas sino la transmisión de una actitud, una forma de estar en la vida. CLAUDIO NARANJO
Claudio Naranjo
La terapia Gestalt a veces ha sido considerada por definición más que una teoría de la persona o un conjunto de técnicas, un estilo de vida, una actitud ante la vida, ante uno mismo, ante los demás, ante los hechos, ante lo fácil y lo difícil, aunque a medida que se ha ido desarrollando, estilo de vida, teoría y técnica conviven con más armonía. La teoría y la técnica deben aportar más conciencia, presencia y responsabilidad a nuestras vidas para facilitar la manera de gestionar nuestras experiencias en el día a día, priorizando la práctica.
Por otra parte, la propuesta vital de la Psicología Gestalt es aportar a la persona una vida con más conciencia y contacto consigo misma, a nivel cognitivo, emocional y corporal, para acceder a una mayor coherencia y transparencia consigo misma y con los demás, lo cual lleva a una mayor autenticidad, vinculada a un mayor autoapoyo.
La invitación es adoptar, cada uno a su manera, una actitud gestáltica, que consiste en abrirse a la experiencia y gestionar lo que le sucede, sea fácil o difícil, agradable o desagradable, placentero o doloroso. ¿Y para qué? Es sencillo: para poder vivir una vida más plena y vivir más y mejor.
Ampliar la imagen que tenemos de nosotros mismos, no limitarnos a ser dos o tres cosas (inteligentes, sensibles y bondadosos), ampliarnos a sentir y ser otras partes de nosotros mismos que también pueden ser útiles, sin rechazar partes nuestras que también son dignas; por ejemplo, igual que nuestra parte estúpida puede ser útil ante alguien que nos está intimidando, nuestra agresividad nos permite defendernos, o nuestra parte vulnerable nos posibilita disfrutar de la intimidad con alguien. Dejar de dividir lo que somos entre bueno o malo nos permite ser completos y tratarnos con dignidad, tratar por igual lo que nos gusta o disgusta de nosotros, lo que tiene derecho a ser por el simple hecho que es.
Para vivir más y mejor es necesario escucharnos, escuchar qué necesitamos, qué nos mueve o conmueve, qué nos adormece, qué nos resulta tóxico o nutricio, qué nos pasa con el otro o los otros. Y después de toda toma de conciencia, el segundo paso es reconocer cómo vivimos lo que vivimos y gestionar lo que nos sucede. «Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos» ,dice Eduardo Galeano. Por ejemplo, si nos damos cuenta de que sentimos algo por alguien, accionar y encarnarlo en nuestra realidad y después ya veremos qué hacemos con lo que suceda. En cualquier caso, recordando a Jorge Bucay: «no puedes elegir tus atracciones pero sí qué hacer con ellas». No podemos elegir lo que sentimos, pero sí lo que hacemos con ello. Y en la escucha se valoran tres niveles del organismo: el cuerpo, las emociones y el pensamiento.
Tomar conciencia de nuestro cuerpo y usarlo como brújula en la vida: el organismo es una poderosa fuente de información; no es el enemigo, es la casa en la que vivimos, el navío con que transitamos por el día a día, con nuestras facilidades y nuestras dificultades, una brújula o GPS para movernos en la vida. Todo ello es debido a que:
Es difícil que tengamos una buena vida si no nos reconciliamos con nuestro cuerpo y le damos espacio en nuestra vida, con su capacidad de conectarnos al disfrute, al placer y al dolor y de avisarnos de que algo va mal. Su guía nos aleja o nos acerca a personas u objetos, nos permite valorar al otro y a nosotros mismos, identificar lo que nos gusta y lo que nos disgusta, lo que nos molesta y lo que nos apetece, nuestro espacio vital y un largo etcétera. Lo obvio es que el cuerpo nos acompaña cual sombra de lo que somos, y no hay sombra sin persona, ni persona sin cuerpo.
Vivir lo emocional no es simplemente permitirnos vivir una o dos emociones, es abrirnos a sentir, vivir y gestionar nuestro enfado, nuestra alegría, nuestra tristeza, nuestro miedo, nuestra serenidad… En la gestión de la emoción, una vez reconocida y aceptada, podemos saber qué necesitamos, decidir conscientemente que hacemos con ella y cómo la expresamos o la vivimos con nosotros mismos o con los demás. Por ejemplo, si estamos enfadados con alguien, primero reconocemos el enfado (lo sentimos como una bola caliente en el estómago), después lo sostenemos (aceptar lo que sentimos sin hacerlo más grande de lo que es o sin pretender minimizarlo quitándole importancia, darle el espacio y el tiempo que necesita) y, finalmente, llega el momento de la acción: ante ese enfado, ¿qué necesitamos? (podría ser, por ejemplo, expresar lo que nos pasa o callárnoslo). Entonces, una vez hemos tomado conciencia de esa necesidad decidimos cómo llevarla a cabo, dónde y cuándo, hasta qué punto defenderemos ese enfado, etcétera. La buena gestión de la emoción nos permite completar el proceso, nutrirnos de lo experimentado, completar nuestro ciclo de necesidad y reequilibrarnos a nivel interno y con el entorno.
Redefinir nuestras creencias sobre nosotros mismos, los demás y el mundo: quizás llevamos toda una vida pensando «soy un torpe en las relaciones»;si actualizamos esta creencia nos daremos cuenta de que poseemos suficientes habilidades sociales y de que no nos ha ido tan mal. Quizás también llevamos años exigiendo a los demás que sean como nosotros, lo cual solo alimenta nuestras frustraciones y nuestro enfado con el mundo.
Revisar estas creencias nos permite vivir con más libertad y oxígeno sin desear encajar lo que vivimos a nuestros modelos y podemos dejar de limitar nuestras experiencias a nuestras exigencias, dejar de ser comprobadores que solo valoramos lo que encaja en nuestras hipótesis para poder ser descubridores de la verdad que se asoma.
Se trata de ver sin esperar. Y ver lo obvio requiere renunciar en lo posible a nuestras expectativas o preferencias. Ninguna experiencia o persona vino al mundo a cumplir otras expectativas; otra cosa es que a veces todo encaje como en un puzzle sideral.
Liberar el cuerpo para experimentar el poder del ser.
Expresar el corazón para experimentar el poder del amor.
Vaciar la mente para experimentar el poder del autoconocimiento.
Despertar el alma para experimentar el poder de ver.
Encarnar el espíritu para experimentar el poder de sanar.
GABRIELLE ROTH
La terapia Gestalt busca aportar al individuo una vida más plena, con más sentido, y aumentar su tono vital y su conciencia. Para ello se sirve de tres principios básicos, claros y obvios, que nos facilitan una toma de conciencia que nos permite vivir más y mejor. Estos tres principios básicos son la pista de despegue de la propuesta gestáltica. Esta triada de formas de estar en el mundo, en la realidad, constituye la actitud esencial de la terapia Gestalt
Estar en el presente, en nosotros. Se valora estar en lo presente más que en lo ausente, en lo que hay y no en lo que falta: «aquí» y «ahora» versus «allí» y «entonces».
La habilidad de estar en el momento presente es el mayor componente de la salud mental. ABRAHAM MASLOW
Esta habilidad se va entrenando, no se trata de estar en el presente todo el tiempo. Estar atentos al presente facilita el hecho de estar en contacto con nosotros mismos y con el contexto, focalizando nuestra energía y nuestro rendimiento y disfrute. Una forma de acceder al presente es la respiración y la conexión con el cuerpo, que siempre está en el presente.
Una apreciación del darse cuenta, del estar consciente. Se valora la atención a lo que vivimos y a la aceptación. La conciencia necesita del contacto con lo interno y lo externo; este contacto con lo que vivimos despierta nuestros sentidos y nuestras capacidades, nos permite reconocernos y ver quién somos: contactar con nuestros pies nos permite ser más conscientes de ellos.
Vivir con atención en el presente, más que en el pasado o en el futuro, constituye por si mismo algo bueno, algo que lleva al desarrollo psicológico. FRITZ PERLS
De lo que hacemos o no hacemos, nuestra implicación en nuestra vida.Se valora el responsabilizarse de lo propio, de lo que nos pertenece, sean pensamientos, emociones, impulsos, sensaciones, fantasías… Son nuestros, no del vecino.
La responsabilidad no es un deber sino un hecho inevitable. Somos los actores responsables de cualquier cosa que hagamos. Nuestra única alternativa es reconocer tal responsabilidad o negarla. Y percatarse de la verdad, nos cura de nuestras mentiras. CLAUDIO NARANJO
Estos tres principios son vasos comunicantes que se retroalimentan; así, estar en el aquí y ahora nos facilita estar presentes y concientes de nuestras acciones internas (respirar nuestro enfado antes de llamar a alguien) o externas (hablar con el vecino) y, asimismo, ser responsables de nuestra vida nos facilita el estar atentos al aquí y ahora, despertarnos o abrirnos a lo que sucede dentro y fuera de nosotros.
Se trata de vivir en una actitud que da más espacio a lo vital y lo espontáneo, que facilita captar la vida que hay en nuestro interior, en los demás o en el entorno: poder oler el aroma de un lugar, poder mirar a los ojos del otro, hablar mirando, sentir el placer de caminar descalzo, poder frenar la gestión mecánica de nuestra agenda…, es decir, poder alejarnos de un funcionamiento automático.
Estos principios favorecen nuestra toma de conciencia respecto a lo que es o no es importante en nuestra vida, lo que nos duele o nos da placer, lo que queremos o no queremos en nuestra vida, y respecto a cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con el otro y en sociedad, a lo que hacemos o dejamos de hacer con lo que nos resulta importante, a lo que nos motiva. También nos facilitan llevar el timón de nuestra propia vida y responsabilizarnos de esta; este es el factor existencial de la Gestalt: tenemos solo una vida, a ver qué hacemos con ella. Como dijo Suzy Stroke en un taller al cual asistí hace ya un tiempo: «Se nace con dos certezas: la primera es que moriremos, la segunda es que no sabemos cuándo».
La toma de conciencia posibilita el darse cuenta de lo que vivimos a nivel emocional, corporal y de pensamiento. Esta facultad que se da en el presente requiere atención y focalización de lo que vivimos y cómo lo vivimos. Sin foco, la conciencia es difusa y la experiencia es más parcial.
La terapia gestáltica se distingue más por lo que evita hacer que por lo que hace. Sostiene que basta con estar conscientes; que para que se produzca un cambio no se necesita nada más que presencia, estar consciente y responsabilidad.
CLAUDIO NARANJO
La explicación de la experiencia no reemplaza a la experiencia.
HUMBERTO MATURANA
Estar atentos a lo que vivimos, a cómo y dónde lo vivimos, y detectar qué persona o estímulo nos resulta importante, ya es un paso de gigante hacia nuestro autorrespeto y hacia el respeto a la vida. Nos permite ubicarnos en nuestro camino de vida y no desconectarnos de qué somos, quiénes somos y qué hacemos con lo que tenemos y con lo que no tenemos. En esta línea de respeto, la Gestalt, más que un intento de efectuar cambios sin escucharnos, implica aceptarnos tal y como somos más que desear ser de una determinada forma. La gimnasia y la musculación a desarrollar implica aprender a convivir con lo que vivimos, con lo que reconocemos de nosotros mismos y, desde este autorreconocimiento, poder responsabilizarnos de nuestra gestión de lo que nos sucede sin desear encajar en modelos de cómo hay que ser en la vida.
Sé como tú eres, de manera que puedas ver quién eres y cómo eres. Deja por unos momentos lo que debes hacer y descubre lo que realmente haces. Arriesga un poco si puedes. Siente tus propios sentimientos. Di tus propias palabras. Piensa tus propios pensamientos. Sé tu propio ser. Descubre. Deja que el plan para ti surja dentro de ti.
FRITZ PERLS
Un viejo indio hablaba con su nieto:
–Me siento como si hubiera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los lobos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión.
-Abuelo, ¿y cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón? –preguntó el nieto.
– Aquel que yo alimente -contestó el abuelo.
Según Fritz Perls, fundador de la terapia Gestalt, la intención de la terapia Gestalt es ayudar a las personas a reencontrar sus recursos innatos y su autoapoyo de manera que no tengamos que estar apoyándonos excesivamente en personas o cosas externas. Esta visión parte de la premisa de que todos disponemos de los recursos necesarios para gestionar lo fácil y lo difícil que nos trae la vida. Se parte de la confianza en el individuo y en sus capacidades innatas, y se trata de reconectar a la persona con su salud, no de aportarle algo ajeno que lo sane. Desde la Gestalt se cree en la propia capacidad del individuo de darse o quitarse salud y felicidad en la vida.
Hace unas décadas, no nos cuestionábamos tanto si lo que hacíamos nos gustaba; sencillamente actuábamos según lo que nos habían dicho que era correcto. En cambio más recientemente nos planteamos vivir para disfrutar de lo que hacemos, buscamos lo agradable y aceptable para nosotros.
Esto que en principio suena muy bien y parece ideal puede transformarse a veces es un problema, ya que, en palabras de F. Perls, «nos hemos vuelto fóbicos al dolor» y rechazamos de nuestras vidas aquello que es desagradable y doloroso. El crecimiento comporta transitar por el dolor y el resultado de rehuirlo es la falta de crecimiento, de maduración personal, la atrofia de nuestros puntos de apoyo y recursos.
¿Cómo podemos desarrollarnos sin transitar por lo desagradable? ¿Cómo aprender a gestionar la tristeza sin vivenciarla? ¿Cómo adquirir aprendizajes evitando lo estresante? ¿Cómo desarrollar el sistema inmunitario sin contactar con bacterias? ¿Cómo aprender a nadar evitando el agua? ¿Cómo desarrollar la paciencia sin tolerar las frustraciones? No se puede crecer evitando lo que nos permite ser más de lo que somos.
Perls, en su libro El enfoque gestáltico. Testimonios de terapia, aclara que cuando habla de dolor no habla de masoquismo sino de encarar con honestidad situaciones desagradables.
La Gestalt posee sus propios preceptos o «mandamientos» que apuntan las intenciones y los objetivos que busca. Estas intenciones perfilan la actitud gestáltica, que sería una actitud abierta a la experiencia (sin etiquetarla de «buena» o «mala»), al placer y al dolor, a un vivir más lleno, más completo (con más conexión con nuestros recursos y nuestro organismo) y a nuestras emociones y sensaciones. Y todo ello junto con un pensamiento abierto, flexible y dispuesto a facilitar que podamos estar con lo que vivimos, sea del color que sea.
Para una mejor comprensión y digestión de estos preceptos de la Gestalt, escritos por Claudio Naranjo el 1990, los acompañaré de un aforismo y de una breve explicación:
Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.
PROVERBIO ÁRABE
El presente es entendido como la única realidad a la que podemos acceder y que nos permite acceder a contenidos del pasado y evocaciones del futuro. No se niega el futuro o el pasado sino que se enfatiza el presente para autodescubrirse desde ahí y poder acceder a la información que nos aporta la toma de conciencia de nuestro cuerpo, nuestro pensamiento y nuestras emociones en el ahora. Este precepto nos alerta de lo fácil que es que las evocaciones del pasado o del futuro eclipsen el ocuparnos y responsabilizarnos de nuestro presente, de lo que podemos hacer en el ahora, no en el antes o después.
La angustia es la brecha entre el «ahora» y el «después».
FRITZ PERLS
Coged las rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta…
WALT WHITMAN
El «aquí» en oposición al «allí» nos conecta a los sentidos, que son las puertas del presente. Solo existe el aquí, y aquí podemos estar con nosotros mismos o no estarlo, estar con lo que hay o caer en la desconexión. Aquí podemos realizarnos y nutrirnos de nuestro alrededor. Claudio Naranjo hablaba de que las cosas son en este momento de la única manera que pueden ser.
Nada es real hasta que se experimenta; aun un proverbio no lo es hasta que la vida no lo haya ilustrado.
JOHN KEATS
Este precepto nos invita a despertar a la realidad, a lo que nos es accesible, a estar atentos a la experiencia que nos es dada en el aquí y ahora. Estar con lo que pasa para estar con nuestra vida. Es mejor experimentar el placer que fantasear con él; es mejor experimentar que estamos con alguien que pensar en ese alguien.
Poca observación y muchas teorías llevan al error. Mucha observación y pocas teorías llevan a la verdad.
ALEXIS CARRELL
Se trata de soltar los pensamientos que no nos nutren, los pensamientos tóxicos que no nos permiten tener una buena vida. ¿De qué nos sirve seguir pensando en una discusión que tuvimos ayer o repetirnos que perdimos las mejores oportunidades de nuestra vida? En cambio es más útil sentirnos y observarnos sin juzgar nuestros pensamientos como si fueran nubes, acompañar lo que nos sucede y mantenernos abiertos con curiosidad a ser nuestra propia fuente de información, explorar en nuestro interior.
Si te sientes convencido de algo, dilo. Expón tu verdadero yo. Siente lo que dices.
FRITZ PERLS
Significa expresar lo que sentimos sin buscar intereses o beneficios, sin arduas argumentaciones para gustar o quedarnos tranquilos: si estamos tranquilos o enfadados, lo estamos, sin más, sin modificar la experiencia ni usarla en beneficio propio o de los demás; si ahora odiamos a la pareja, la odiamos, no pasa nada, solo pasa que ahora la odiamos durante un rato, solo eso y todo eso.
Llevo conmigo las heridas de las batallas que he evitado.
FERNANDO PESSOA
Evitar lo desagradable o el miedo nos posiciona como niños que no pueden sostener lo que viven. Asimismo, limitamos nuestra capacidad de recibir información, que es esencial para nuestro desarrollo y crecimiento. Quizá una sensación molesta nos indique que no estamos a gusto en el trabajo o en un lugar; si siempre nos anestesiamos ante el dolor, dejaremos de sentir –es como anestesiar la espalda siempre que nos duele, con lo cual, al final, ni la sentiremos o solo la sentiremos cuando el dolor sea muy fuerte o cuando ya sea demasiado tarde.
Tú mismo eres el profesor y el pupilo, eres el maestro, el gurú y el líder… Tú lo eres todo. JIDDU KRISHNAMURTI
Este precepto permite desmitificar a todos sus compañeros e incluso a sí mismo. Los preceptos son intenciones y no nuevos «deberías», puesto que ya tenemos bastantes. Se enfatiza la confianza en uno mismo, en ser nosotros mismos nuestra fuente de información más importante, nuestra propia guía. Si intuimos algo o pensamos algo en concreto, vivimos lo que vivimos, es nuestra vivencia, forma parte de nosotros –de algún modo es sagrada porque somos nosotros, nos representa– y no importa que los demás digan que no deberíamos sentir o pensar ese algo. La propuesta es defender y seguir lo que vivimos, defender lo que nos representa, lo íntimo, personal e intransferible. Nadie puede saber más de nosotros que nosotros mismos.
El precio de la grandeza es la responsabilidad.
WINSTON CHURCHILL
La responsabilidad no es una decisión, es un hecho. Somos responsables de lo que hacemos y de lo que no hacemos, de gestionar o no lo que vivimos o lo que nos decimos. Este hecho no es una condena, es lo que es; de nosotros depende que sea una dicha o una desdicha, que lo vivamos como una libertad o como un suplicio.
Dios os ha dado una cara y vosotros os hacéis otra.
WILLIAM SHAKESPEARE
Viviremos con nosotros mismos hasta el último día de nuestro destino. Aceptarnos es decirnos «sí»: sí a nuestras facilidades y dificultades, a nuestros vicios y a nuestras virtudes, a nuestras potencialidades y a nuestros aprendizajes… Un «sí» para afirmarnos, no para dormirnos en los laureles. Como dice Marcelo Antoni, terapeuta gestáltico, «somos imperfectos y somos perfectibles, es decir, podemos vivir más y mejor.»
Enlazando con el último precepto, es importante destacar que la terapia Gestalt dignifica lo que sentimos. Lo que vivimos está bien porque no se considera que pueda estar mal desde una visión moralista. Esto no significa que toda conducta valga sino que se parte de lo que la persona experimenta para ir a un lugar más nutricio para si misma sin ser forzada o empujada en el propio camino. La Gestalt parte de una confianza en nuestra bondad organísmica, en nuestras emociones, sensaciones o pensamientos. Que sintamos enfado o pensemos en hacer daño a alguien no nos convierte en personas malvadas o poco dignas, sino en seres humanos. Sentir esta bondad no significa que nos abandonemos a ella o que lo justifiquemos todo, pero sí nos invita a sentir nuestra dignidad y a responsabilizarnos de ella.
Todo lo que viviste es digno:
lo que sufriste,
tu placer y tu disfrute,
tu evitación,
tus victorias y tus derrotas,
tus facilidades y dificultades,
tu potencial y tus límites.
Todos se aúnan en
la dignidad de ser quien eres,
de ser,
de ser perfectible e imperfecto,
de ser humano.
Yo soy.
Tú eres
Los versos legendarios del poema «Invictus», de William Ernest Henley, constituyen una dirección en la vida: Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley
Encuadrada dentro de la psicología humanista, la terapia Gestalt se caracteriza por estar centrada en la existencia real de cada individuo, en su vivencia individual y pone la mirada en desarrollar el potencial de cada individuo, no como una persona enferma sino como alguien con recursos saludables para su autodesarrollo. Se trata de ampliar nuestra parte sana y eliminar lo que entorpece nuestra capacidad de desarrollarnos de una forma natural, poder favorecer el impulso vital que nos permitió crecer y madurar desde que nacimos.
La terapia Gestalt no aparece forzosamente ligada a la enfermedad ni a un tratamiento de mejoría, se convierte en una herramienta de desarrollo personal, una filosofía de vida, un arte del buen vivir. Favorece el contacto auténtico con uno mismo y con los otros, la responsabilidad de lo que vivimos, de cómo nos tomamos las cosas, reconocer qué nos pasa para autorregularnos y adaptarnos a los acontecimientos internos (el propio enfado) o externos (la muerte de un familiar) de una forma ecológica y con autocuidado, para poder ajustarnos con lo que nos va pasando. Tomar conciencia de nuestras emociones, nuestras sensaciones corporales y nuestro diálogo interno nos puede facilitar la manera cómo conducimos nuestra vida y el momento en el que debemos frenar, acelerar o girar el volante.
La terapia Gestalt desarrolla una perspectiva unificadora, promueve la integración de las principales dimensiones del ser humano (corporal, emocional, intelectual) y su influencia en nuestra impulsividad, sociabilidad y espiritualidad, permitiendo una vivencia global y unificada de la persona. Es como una silla de cuatro patas, siendo la cuarta la acción que nace de la integración de las otras tres. La conciencia nos permite sentarnos en la silla y ser conscientes de cómo nos «sentamos» en la vida. Como consecuencia de atender a estos tres niveles de nuestra persona, nos vemos más como seres activos que «hacemos cosas» para sentir y para que nos pasen «otras cosas», que somos protagonistas y cocreadores de nuestra vida, de lo que depende de nosotros, en lugar de creer que somos sujetos pasivos a quienes «les suceden cosas».
El organismo lo sabe todo. Nosotros sabemos muy poco. La intuición es la inteligencia del organismo.
FRITZ PERLS
El camino es incorporar lo mental, corporal o emocional para disfrutar de una experiencia más plena y tener más información para orientarnos en la vida.
El sentido integrador de la terapia Gestalt nos ayuda a entender que no podemos dividir nuestra personalidad o fragmentarla como hacemos cuando hablamos de mente-cuerpo, sentimiento-pensamiento; aunque de una forma didáctica dividimos estas dimensiones, para entendernos y para poder explicarlas. Este objetivo unificador pone el acento sobre la toma de conciencia de la experiencia presente, en el «aquí y ahora», que incluye los restos del pasado y las fantasías de futuro, y del «como», es decir, la manera cómo vivimos esta experiencia, cómo estamos aquí y ahora, qué emociones, sensaciones o pensamientos nos mueven y conmueven.
Si deseas profundizar en qué es la Psicología Gestalt, tanto en los preceptos como en otros temas relacionados con la psicoterapia, te recomendamos la lectura de los artículos de la Gestalt de nuestro Blog. Allí encontrarás una lista de posts muy interesantes, entre los que se destacan el artículo Preceptos de la Gestalt y aforismos (de gran utilidad tanto para terapeutas como para personas interesadas en su desarrollo personal), el artículo sobre Los mecanismos de evitación de la Gestalt, y el artículo sobre la Gestalt y las emociones.
Otras lecturas fundamentales serían los artículos de las frases de Fritz Perls (fundador de la Gestalt), y el de «Diálogo con mi parte cansada» que contiene la explicación de un ejemplo del ejercicio de la Gestalt básico, llamado «la silla vacía».
Para continuar profundizando en qué es la Gestalt, te recomendamos estos 6 libros de Terapia Gestalt de diferentes autores, y nuestros propios libros escritos en Gestalt Salut, que encontrarás en el siguiente enlace: libros de Gestalt.
BIBLIOGRAFÍA SOBRE TERAPIA GESTALT
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