“Nuestro carácter nos hace meternos en problemas, pero es nuestro orgullo el que nos mantiene en ellos.”
Esopo
“Si eres orgulloso conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos.”
Amado Nervo
“Mucho más que los intereses es el orgullo quien nos divide.”
Auguste Comte
Mucho se ha escrito sobre el orgullo. Siempre fue considerado de todos los pecados capitales como uno de lo mas difíciles de sanar o de soltar. Se puede colar en todas nuestras vivencias y es una gran tentación para nuestro yo.
En la experiencia de orgullo nos hinchamos, nos sobredimensionamos.
Se crea una burbuja, hay gente que vive en ella, a veces se pincha sola o es pinchada, y suele molestar a la gente de alrededor. Existen muchas variantes del orgullo, desde el orgullo de tener dinero, de ser muy espiritual, de ser guapa, de poseer una gran inteligencia, de ser generoso, de ayudar a los demás, de ser un gran orador… Se mete en todas partes incluso se puede estar orgulloso de ser humilde.
“Entre todos los vestidos que yo he visto poner al orgullo, el que más me subleva es el de la humildad.”
Henry Mackenzie (1745-1831) Escritor escocés.
¿Cómo manejar el orgullo?
La gran vacuna ante el orgullo es la humildad, la humildad autentica, no un mero vestido.
La humildad a veces se tiene y a veces se aprende en el vivir. Pasa entre otras cosas por tener los pies en el suelo y vivir en la igualdad.
Por otra parte es importante no castrarse la experiencia de hincharse un poco, podemos darnos un breve espacio de orgullo y transformarlo en un orgullo sano mediante unas acciones internas que implican:
- Tomar conciencia de que nuestra confianza en nosotros mismos ha aumentado.
- Disfrutar de lo que nos sucede sin vanagloriarnos de la propia autoría.
- Alzar la copa que hemos ganado y después ponerla en nuestro museo de victorias y derrotas.
- Realiza el acto espiritual de dejar el ego en la puerta, y estar con la experiencia que estás viviendo.
Se trata de aprender a gestionar los llamados pecados capitales: Lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y el orgullo. Sin negarse la experiencia ni perderse en el ego. La cuestión es no recrearse y no perdernos en nuestras vivencias. No elegimos tanto lo que nos pasa, sí como gestionamos lo que nos pasa.