La dignidad de nuestras emociones
Articulo Nº 2 de nuestro Ciclo de Posts «Qué son y qué no son las emociones»
Alegría, tristeza, miedo, rabia… ¿Por qué sentimos vergüenza ante alguna de estas emociones y qué podemos hacer para gestionarlas? Continúa aprendiendo en nuestro segundo post del ciclo sobre qué son y qué no son las emociones.
“Cada emoción tiene su lugar, pero no debe interferir con la acción adecuada”.
Susan Oakey Baker
No existen emociones desadaptativas, sino conductas desadaptativas. El poder adaptativo o desadaptativo de las emociones lo configuramos nosotros a través de nuestra gestión. Lo importante es aprender a modular su intensidad para escuchar su mensaje y desde allí hacer una gestión sana de nuestro emocionar.
Todas las emociones tienen alguna función sana.
No tenemos la “culpa” de experimentar ira, pero sí somos responsables de lo que hacemos con nuestra vivencia emocional.
- “me enfade mucho con mi jefe, use este enfado para demostrarle mi valía”
Todas las emociones tienen alguna función sana. Sentir emociones no es bueno ni malo en sí, es inevitable, forma parte de nuestro diseño evolutivo, el que hacemos con ellas si es lo reprensible o lo positivo. Ellas tienen una información que darnos.
La emoción nunca es desadaptativa, sí puede existir una conducta desadaptativa. El cómo me relaciono con cada emoción es lo que me permitirá atenderlas y usarlas de un modo ecológico.
Cuando sientes vergüenza por tus emociones…
Un factor que nos dificulta relacionarnos con ellas es vivirlas como “vergonzantes”. No hay nada vergonzoso en tener miedo, ira, tristeza, erotismo, curiosidad o ternura.
Cuanto antes dejemos de pensar que las emociones hay que esconderlas, negarlas o minimizarlas, más provecho sacaremos de ellas.
Es importante vivirlas con dignidad, y preguntarnos de donde viene nuestra vergüenza. Investigar las raíces de nuestra vergüenza es un camino para sanar nuestra relación con ellas.
“Lo mismo ocurre con una familia. Si alguno de sus miembros siente pena, miedo, enojo o cualquier otra emoción significativa, y los padres no saben cómo aprovechar la información que les brinda, van a desconocer la presencia de esa emoción y luego el niño, poco a poco, aprende él mismo a anestesiarla en la medida que observa que esa emoción es pura perturbación”.
Norberto Levy
La dignidad de las emociones: Ejercicio de terapia Gestalt para la gestión emocional
Un ejercicio que te propongo hacer para trabajar las emociones básicas es el siguiente:
- ¿Cómo se gestionaban las cuatro emociones básicas (alegría, tristeza, miedo y enfado) en tu núcleo familiar? ¿Que se hacía con ellas? ¿Se expresaban, se callaban, se hablaban?
- ¿Que dos emociones eran “bien” vistas?
- ¿Que dos emociones eran “mal” vistas?
- ¿Cuál sientes que estaba más de fondo?
- ¿Te sentiste avergonzado por vivir una de ellas?¿cual/es?
- ¿Cómo era la tristeza, la alegría, el miedo o el enfado de tu padre?
- ¿Cómo era la tristeza, la alegría, el miedo o el enfado de tu madre?
- ¿Qué temes que suceda cuando estas triste, enfadado, con miedo o contento?
- ¿Qué te dolería mucho que hiciera otra persona cuando estas triste, enfadado, con miedo o contento?
- ¿Recuerdas alguna experiencia traumática asociada a cada una de estas emociones básicas?
Después de este submarinismo emocional. Cierra los ojos y acompáñate desde una postura cómoda y una respiración fluida. Lo que paso paso, ahora estas contigo. A tu propio ritmo o quizás más tarde, realiza un paso más, y conecta con la siguiente propuesta.
Visualiza en tus manos, en forma de cuenco, cada una de estas emociones básicas, ¿Qué forma, movimientos, vibraciones y colores poseen?
Imagínate que poseen su propia luz, y respíralas desde tu dignidad sagrada e indiscutible. Es tu derecho y responsabilidad vivirlas y respetártelas.