En este post vamos a diferenciar el trastorno por estrés postraumático (tept) del tept complejo. Además vamos a hablar acerca de qué significa el trastorno por estrés postraumático, cómo se origina y cuáles son sus síntomas.
El vocablo trauma proviene del griego y significa herida. Se asemeja a una herida física que con el roce o según las circunstancias a veces se resiente.
Desde la antigüedad se mencionan secuelas que se producían después de la exposición a eventos traumáticos, como Herodoto quien describe los síntomas que presentaban los soldados que habían participado en la Batalla de Maratón.
Igual que en la antigüedad muchas personas son supervivientes de batallas personales que han sufrido, y algunas de estas fueron maratonianas.
De un modo sencillo el trastorno por estrés postraumático simple se relaciona a un evento traumático claramente definido a nivel de tiempo y lugar, por ejemplo una guerra o un accidente de coche grave, mientras que el trastorno por estrés postraumático complejo implica haber sufrido una maratón inespecífica de daño recibido ya sea durante años debido a una dinámica de maltrato parental o escolar.
¿Qué es el trastorno de estrés postraumático?
El trastorno por estrés postraumático o TEPT es un diagnostico tipificado dentro del grupo de los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés en el manual DSM V). Según el caso se pueden manifestar síntomas leves, moderados, graves o profundos.
El trastorno por estrés postraumático es detonado por un acontecimiento que es vivenciado por el individuo como amenazador o catastrófico.
Una persona puede haber experimentado un acontecimiento traumático por una experiencia propia, o de forma vicaria, ya sea por presenciarla o por enterarse a través de un tercero o por no haberla vivido y habérsela evitado (por ejemplo al no estar en el trabajo el día que apuñalaron a un compañero que me sustituyó).
¿Cómo se origina el trastorno por estrés postraumático y cuáles son sus síntomas?
Enumeramos posibles estresores para el origen de un trastorno por estrés postraumático:
- participar o combatir en un conflicto (como soldado, población civil o pareja/familiar de un militar),
- ser víctima de violencia personal ( ya sea por agresión física, sexual o emocional),
- ser torturado o secuestrado,
- ser víctima de ataques terroristas o presenciarlos,
- experiencias de cautiverio estar encerrado en cárcel o campos de concentración,
- sobrevivir a desastres naturales,
- padecer accidentes de medios de transporte,
- recibir un diagnóstico de enfermedad terminal, ….
Se da una experiencia vivida que implica un aumento tan grande de estrés en nuestro sistema nervioso que se pierde nuestra capacidad de homeostasis, nuestra capacidad de restaurar nuestro equilibrio interno no es suficiente y nuestra psique sufre un daño colateral al evento.
Esta desregulación es tan fuerte que dará lugar a unos síntomas de estrés postraumático, que son secuelas del impacto recibido. Se trata de una situación psicológicamente tan estresante que sobrepasa nuestra capacidad de sostener las experiencias habituales de la vida ante un hecho extra-ordinario.
Todos tenemos el riesgo de exposición a algún hecho traumático a lo largo de nuestra vida.
Es importante matizar que una persona absolutamente normal puede sufrir de trastorno por estrés postraumático, sin caer en un trastorno mental grave como depresión mayor, esquizofrenia, adicciones,…Se pueden experimentar secuelas sin caer en otros tras
tornos clínicos.
Nuestra mente recibe un fuerte golpe que hace tambalear nuestra salud mental y se dan unos síntomas que son secuelas del impacto psicoemocional recibido.
El trastorno por estrés postraumático es el conjunto de los síntomas que aparecen como consecuencia de este hecho traumático. Este impacto saca a la luz un conjunto de grupo de síntomas, habitualmente de naturaleza intermitente o recurrentes, recuerdos perturbadores, pensamientos invasivos, amnesia, flashbacks, hipervigilia, hiperactividad, … Los veteranos de guerra son el ejemplo clásico del trastorno de estrés postraumático, pero también se puede experimentar en otros “campos de batalla humano”.
El tipo de secuela psicológica está en función de un conjunto de factores como; la atribución de significado del hecho traumático, el tipo e intensidad del acontecimiento traumático, la biografía del sujeto, factores biológicos, la familia de origen y el contexto social.
¿Cómo detectar el trastorno de estrés postraumático? La triada de síntomas de estrés postraumático y ejemplos de situaciones reales
El TEPT se caracteriza por una tríada sintomática que incluye la reexperimentación, la evitación y la hipervigilancia. Estos síntomas pueden ser útiles al momento de detectar el TEPT. A continuación desarrollamos esta triada con algunos ejemplos:
- La reexperimentación de fenómenos invasivos, automáticos y ajenos a nuestra voluntad, es decir se reviven aspectos asociados a la experiencia traumática, la persona es invadida por imágenes, pensamientos, sensaciones, taquicardias, temblores, ruidos u olores vinculados con el trauma. Por ejemplo: “empiezo a sudar cada vez que cojo un avión”.
- La evitación, la persona evita situaciones, personas o lugares conectados al evento traumático, por ejemplo: “y nunca más cogí un coche”. Las conductas de evitación surgen como estrategia del paciente para reducir o intentar eliminar la aparición de los fenómenos invasores. Muchas veces se deben investigar en profundidad estas conductas ya que el paciente las ha adoptado activamente y las ha normalizado, no le extraña que ya prácticamente no sale de su casa por temor a volver a presenciar, por ejemplo, un accidente automovilístico, o bien que cambió el trayecto que hacía desde su casa al trabajo para así no pasar por la esquina donde fue asaltado.
- La hipervigilancia, se está en alerta e hiperatento a cualquier estímulo que esté conectado a la situación traumática, por ejemplo un crujido de madera es interpretado como un ladrón que entra a mi casa. Otras dificultades de atención que son síntomas de estrés postraumático son pesadillas, insomnio de conciliación, sueño interrumpido y superficial; escasa capacidad de concentración, irritabilidad, alerta exagerada y un estado general de hipervigilancia.
El DSM5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) además indica que la duración de la alteración debe ser superior a un mes para diferenciarlo de un cuadro de un trastorno de estrés agudo (TEA).
Este trastorno es agravado y tarda más en superarse si la persona ya antes padecía un trastorno de estrés postraumático complejo.
El Trastorno por estrés postraumático complejo
A principios de los 90, Judith Herman propuso un diagnóstico que incluyese los múltiples síntomas que sus pacientes mostraban en la consulta y que superaban la triada propia del trastorno de estrés postraumático. Los síntomas derivados de una dinámica traumática de años a veces no se manifiestan hasta la vida adulta.
Estos clientes llegaban con historias de trauma temprano y/o repetido crónicamente a lo largo de un tiempo considerable.
Desde esta variada manifestación de síntomas la psiquiatra estadounidense propuso llamar a este nuevo cuadro clínico, Trastorno por Estrés Postraumático Complejo.
Este diagnóstico de trastorno de estrés postraumático se diferencia de un trastorno de estrés postraumático simple.
El trastorno de estrés postraumático complejo y su conexión con las heridas infantiles y el maltrato
Herman proponía como criterio de exposición que la persona hubiera sufrido una dinámica traumática a lo largo de un período prolongado de tiempo; entre las experiencias incluidas se encontraban formas de maltrato y violencia intrafamiliar. También se incluye una historia de abuso interpersonal prolongado y severo (como abuso sexual, maltrato físico o experiencias bélicas prolongadas). Es el resultado del impacto acumulativo de dinámicas de maltrato.
El trastorno de estrés postraumático complejo está muy conectado al trabajo con el niño interior. Las heridas infantiles dan lugar a secuelas, comportamientos disfuncionales y a síntomas que se sufren a posterior ya sea en la adolescencia o en la vida adulta. La edad es un factor de vulnerabilidad de primer orden para la exposición a tales eventos repetidos, nacimos hiperdependioentes y necesitamos de adultos para desarrollarnos.
El trastorno de estrés postraumático complejo es difícil de reconocer porque a veces la persona ha normalizado hacerse daño o autoabandonarse de forma reiterativa. Siempre ha vivido así, por ejemplo: “para mi estar ansioso es lo habitual”.
En la infancia, la supervivencia del niño/a y su configuración caracterial y neurológica dependen de sus cuidadores. Las conductas de abuso o de abandono reiterado son experimentadas como una amenaza constante a su vida y, por tanto, pueden afectarle traumáticamente. El sistema nervioso, y en particular el sistema de alarma no descansa, ni se regenera. El abandono emocional puede llegar a ser tan perjudicial como el abuso físico.
En la posible traumatización previa al trastorno de estrés postraumático complejo influyen las características de los padres como la ignorancia o pobreza de los padres, bajo nivel educativo, enfermedades mentales, escuelas o profesores maltratadores, abuelos violentos, … Todo ello implica una escasa conexión con el afecto y falta de empatía, calidez o ternura.
El sistema nervioso infantil se desregula y desarrollara hábitos mentales, conductas o percepciones disfuncionales.
El maltrato infantil puede repercutir en efectos duraderos en la salud, adicciones, trastornos de alimentación, trastornos de ansiedad, pensamientos pesimista o catastrófico, conductas de evitación o de riesgo, delincuencia, desde la infancia hasta la edad adulta y pueden perdurar toda la vida sino se realiza un trabajo terapéutico de sanación que compense y restaure el sistema de conexión y seguridad original.
En la línea de Pete Walker, especialista en trastorno de estrés postraumático, sus características más comunes y que son los que tendrán que trabajarse en la vida adulta son: Flashbacks, Autoabandono, Vergüenza toxica, un fuerte crítico interno y padecer de ansiedad social. En gran parte trabajarse estas áreas psicológicas nos permite curar nuestras heridas..