Trauma y “autocuidado”: Crear el cambio en un proceso terapéutico

En nuestros aprendizajes de la infancia hemos internalizado qué teníamos que hacer o dejar de hacer para sobrevivir en nuestro entorno. Cuando en nuestra biografía hubieron situaciones traumáticas esto puede tener repercusiones en nuestro sistema nervioso y las formas en que hemos aprendido a “sobrevivir”. La terapia nos puede ayudar a reelaborar nuestro pasado, a cultivar la autoamabilidad en el presente y alcanzar una transformación hacia una vida más plena.

Existen dos líneas de trabajo para fundamentar el autocuidado en nuestra interioridad, que casi cualquiera de nosotros puede hacer:

• Ser más amables con nosotros mismos
• Dejar de hacernos daño.

Existen personas que les es más fácil empezar por el segundo punto. Da igual lo importante es construir una dinámica nutricia que incluya ambas acciones.

Desafortunadamente la autoamabilidad no es abundante y es una cuestión que debió ser instaurada en nuestra infancia. Muchas veces sucede que por lo que sea, esto no sucedió o se tuvo y se perdió debido a cuestiones traumáticas.

Cuando se pide a las personas que empiecen a ser amables consigo mismas, es natural que respondan:

«¡No es tan fácil «

No lo es. Nadie dijo que será fácil, sobretodo según la historia biográfica o traumática vivida.

Nuestro organismo, sobretodo nuestro sistema nervioso autónomo, el que nos dotó del modo supervivencia se resiste, y puede vivir el cambio como amenazante o perturbador.

Es un miedo más que comprensible, nuestro organismo nos protegió, y si aprendimos que volando bajo sufríamos menos, no es fácil pedirle a nuestro yo que eleve su vuelo y entre en un modo vitalidad alegre.

Aquí compartimos 4 movimientos necesarios, para reelaborar los aprendizajes de supervivencia del sistema nervioso autónomo:

1. Nuestro sistema nervioso, principalmente el sistema nervioso autónomo, nos protegió y lo primero que hay que manifestar es GRACIAS al vehículo que nos trajo hasta aquí, antes de renovarlo y tunearlo.
2. El segundo movimiento es darle espacios donde sanarse y uno de los posibles es el espacio de terapia.
3. El tercer movimiento es comprometernos a acompañar nuestra respuesta automática de supervivencia desde la compasión, sin penalizar las formas de ser, estar y percibir que nos ayudaron a sobrevivir.
4. Y el cuarto movimiento es combatir contra el demonio del autoengaño que se despierta cuando nuestro sistema de alarma se activa.

Ante tal amenaza al status quo de siempre se despierta el demonio del autoengaño y nos habla de forma convincente y con sofisticados argumentos acerca de entrar o no en un espacio terapéutico.

• Tampoco estoy tan mal.
• Con 5 sesiones serán suficientes.
• Quizás con una constelación familiar ya podre ir tirando.
• Es mi pareja la que debe ir a terapia.
• Esto del proceso terapéutico esta mitificado.
• Ya hice terapia una vez, ya he cumplido.
• Lo que pasa es que los terapeutas venden procesos porque así ganan más dinero.

Y un largo etc.,…

Unas buenas reformas sean internas o externas piden tiempo y según el estado del edificio se precisarán años. Al fin y al cabo son muchos años viviendo en según qué Vietnam infantil, o cuestiones traumáticas fuertes, moderadas o leves que uno ha vivido en el camino, y que pasan factura o dejan secuelas.

Otra vía para entrar en un proceso personal de transformación que te lleve a un mayor autocuidado es el interés que tenga uno mismo en descubrirse. En saber ¿Quién soy yo? O ¿Por qué mi mente funciona así? Entonces la terapia es vivida como una oportunidad de autoconocimiento, un espacio de automejoramiento y un autocuidado que uno se da.

Se puede vivir o sobrevivir.

Elige tu bando.

«… Si te desarrollas a ti mismo llegas a ser un individuo en vez de una de las mil hojas de un árbol. «

George Gurdjieff

Por Jordi Gil Martin – Co-Director Gestalt Salut Psicoterapia

Puedes contactar al autor a través del formulario al final de la publicación.

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