Trauma y estrés: 10 tips para trabajar con el sistema de alerta y ejemplos vivenciales

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Trauma y estrés: 10 tips para trabajar con el sistema de alerta y ejemplos vivenciales

Cuando la amígdala recibe un estímulo amenazante, rápidamente pone en movimiento las respuestas defensivas de supervivencia de nuestro organismo: lucha, huida, parálisis. Este sistema de alerta biológico está condicionado por las experiencias traumáticas. ¿Qué podemos hacer para regularlo?


La amígdala y las respuestas biológicas de supervivencia: lucha, huida y parálisis

Existe en nosotros un sistema de alerta temprana. Su función es la supervivencia de nuestro organismo.

El órgano principal de este sistema de alerta es la amígdala.

Este órgano cerebral se activa cuando percibe un estímulo mínimamente amenazante para nuestro organismo, o parecido a algo que nos fue dañino o desestructurante. Cuando la amígdala percibe peligro a través de los sentidos exteroceptivos (vista, oído, tacto, gusto y/o olfato) pone en movimiento una serie de liberaciones de hormonas y otras reacciones somáticas que conducen rápidamente a las respuestas defensivas de supervivencia que son; lucha, huida y parálisis / congelación.

La descarga de adrenalina detiene los procesos digestivos (la boca se seca), aumenta la frecuencia cardíaca y la respiración para preparar rápidamente la oxigenación de los músculos necesarios para satisfacer la defensa propia. Nos preparamos ante la proximidad de un potencial maltratador, de un accidente de tráfico o del ladrón.

El sistema de alerta construye una respuesta de supervivencia. Y la supervivencia está por encima de la lógica. La misión del sistema de alerta es responder como si hubiera un peligro, le da igual que éste sea considerado no importante por nuestra mente racional actual.

“no entiendo porque entro en terror en cada reunión de trabajo, no hay para tanto”.

Este sistema de alerta se activa cuando se prevé algo realmente amenazante y también se activa cuando percibe una situación parecida a una situación traumática anterior.

Lo traumático condiciona nuestro sistema de alarma. Un estímulo parecido a un estímulo que nos dañó activa las alarmas. La amígdala percibe que se acerca una persona monstruosa y estimula la misma liberación hormonal que durante la amenaza real vivida con alguien monstruoso en el año 2005.


Ejemplo vivencial:

Desde que hable con mi jefe del aumento de sueldo, ya no me habla, tendría que enviarlo a paseo, pero la verdad es que estoy muy ansiosa.

¿Cómo puede ser que me afecten tanto los silencios?

Investigación en el trauma personal:

Mi madre me castigaba con sus silencios y me dejaba de hablar en días si había hecho algo mal según ella.


¿Cómo trabajar nuestro sistema de alerta biológico en situaciones de estrés?

Cuestiones a tener en cuenta para trabajar con nuestro sistema de alerta biológico.

  1. El sistema de alerta se dispara solo. No es tan controlable como uno quisiera esto es debido a su importancia filogenética. La supervivencia es la prioridad de todo organismo.
  2. Respete su sistema de alarma, no se pelee con él. Amístese con él, le salvó de muchas situaciones, aunque tenga secuelas de las mismas.
  3. A más traumas vividos más riesgo de alertas.
  4. Trabajando cuestiones traumáticas y sanadoras se dispararán menos nuestras alarmas.
  5. Es importante reconocer cuál de las tres respuestas de supervivencia es la que mi organismo activa. Estas son lucha, huida y parálisis/congelación. Ninguna es mejor que otra. Pero esta es una información crucial ya que le permitirá aprender a compensarla, gestionarla y sostenerla.
  6. En cualquier proceso de terapéutico de calidad se desarrolla la capacidad de acompañarnos cuando se sobreactiva nuestro sistema de alerta. Nuestro modo serenidad puede acompañar a nuestro modo stress, desde la validación, el no-juicio y el cobijo interno.
  7. Aprender a auto-calmarse y a gestionar el stress físico es clave. De allí la importancia del trabajo corporal y la conciencia somática.
  8. Trabajar con nuestra conciencia nos permite no dejarnos arrastrar por nuestro sistema de alarma, y aprender a gestionarlo.
  9. Es importante reconocer momentos del día en los cuales sabemos gestionar e incluso desactivar nuestra respuesta de alarma.
  10. La prudencia es la mejor amiga del trauma. Transcribimos una experiencia vivida por Babette Rothschild:

“Una amiga me pidió que le enseñara a conducir, en un auto nuevo que mi padre me acababa de regalar. Sentada en el asiento del acompañante junto a ella mientras se preparaba para encender el motor, repentinamente entré en pánico. Rápidamente me di cuenta de que antes de enseñarle cómo hacer funcionar esa poderosa máquina, tenía que asegurarme de que ella sabía cómo frenar.”


¿Estás preparad@ para invocar recuerdos traumáticos en terapia?

Todo profesional de la ayuda, tales como los psicólogos, deben saber discriminar si su cliente está preparado para invocar recuerdos traumáticos sin que este revivir sea desestructurante.

Como dice la misma autora: “Nunca le enseño a un cliente a presionar el acelerador, antes de saber que puede encontrar el freno.”

Entrar en un proceso de terapia Gestalt nos permite aprender a acompañar a nuestro organismo cuando entra en modo stress/supervivencia y discriminar qué situaciones nos son difíciles, pudiendo aprender a gestionarlas con menor stress y mayor facilidad.


“Aprender no es más que descubrir que algo es posible. Enseñar es mostrarle a alguien que algo es posible.”

Fritz Perls, fundador de la terapia Gestalt


Por Jordi Gil Martin – Co-Director Gestalt Salut Psicoterapia

Puedes contactar al autor a través del formulario al final de la publicación.

Bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND

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