Lobo negro, lobo blanco. Un cuento desde la perspectiva del trauma emocional

El cuento de los nativos americanos del lobo negro y lobo blanco, nos trae muchas enseñanzas para abordar el trauma emocional. Te invitamos a que lo leas, junto con la reflexión que nos comparte Jordi Gil, psicólogo de Barcelona y terapeuta Gestalt.

El cuento del lobo negro y el lobo blanco, desde la psicología del trauma

Vamos a hacer una versión de un antiguo cuento Cherokee del lobo blanco y lobo negro desde un enfoque de psicología del trauma.
Alrededor de una hoguera, al anciano le gustaba hablar de sus emociones con sus nietos, y contarles bellas historias que les ayudaran a entender y a vivir.
Esa noche, sus nietos le miraban con mucha atención. El anciano se movía nervioso, aturdido. Y el niño le preguntó:
– Abuelo, ¿qué te pasa?
El Cherokee mayor le dice a su nieto reflexionando:

“Tengo la sensación de que dentro de mi corazón habitan dos lobos que luchan.
Uno de ellos es negro, está enfadado y lleno de ira. Decide pelear muchas veces sin razón, o por el contrario se esconde o huye, guiado por la rabia o el miedo ante el más mínimo contratiempo. Además dentro del lobo negro hay pena, odio, apatía y parálisis. Es el lobo trauma.
El otro es un lobo blanco, rebosa amor, paz y perdón. No le gusta el conflicto ni el sufrimiento, solo lucha para defenderse o defender su entorno. Dentro del lobo blanco hay bondad, curiosidad, compasión, coraje, claridad, conexión, confianza, creatividad, calma y coherencia. Es el lobo sano.
Ambos lobos, el blanco y el negro, a veces luchan por dominar mi mente y mi cuerpo”.
El joven tomándose su tiempo para reflexionar, pregunta entonces:
“¿Y cuál de los dos ganará?”

De nuevo el Cherokee anciano toma la palabra y afirma:
“Aquel al que yo alimente”.

El nieto, no contento con la respuesta, añadió:
“¿Por qué no expulsas al negro de tu alma?

El anciano dijo de nuevo:
“Ambos se quedarán en mi corazón y me acompañarán”.

Desconcertado el nieto volvió a preguntar:
“¿y no sería más fácil matar al negro?”

Finalmente el anciano Cherokee añadió:
“El lobo blanco y el lobo negro, aunque a veces luchan, se necesitan el uno al otro. Cada lobo tiene una finalidad y cualidades que preciso para vivir.
El lobo negro está acostumbrado a la oscuridad y nada más sentirse herido se despierta para protegerme, me avisa de una posible persona oscura o lugar oscuro, quiere defenderme a toda costa por eso a veces se confunde”.
El nieto volvió a preguntar con la curiosidad sagrada de los niños:
-No lo entiendo, el blanco ya te puede defender de la oscuridad.
-Quizás sí, respondió el anciano, pero solo el negro me puede recordar que viví en la oscuridad y que la deje atrás.
Además luchó tanto que casi pierde su salud mental y física.
Entenderás pues, que no lo abandone.
No puedes abandonar a un lobo tan leal.
¿Lo entiendes?
-Lo entiendo perfectamente. Gracias abuelo.

Enseñanzas de la leyenda para el abordaje del trauma emocional

Este cuento o leyenda de los nativos americanos trae muchas enseñanzas y reflexiones sobre cómo vivimos nuestra vida interior en nuestro día a día, que se pueden aplicar especialmente al abordaje del trauma emocional. Y de cómo podemos practicar la conciencia dual, es decir ver en nosotros una parte sana y una parte trauma, sin fusionarnos con ninguna de ellas.
Los dos lobos, quizás también sean dos perros leales que merecen ser cuidados.
No puedo abandonar a una parte mía igual que no puedo dejar que me domine ninguna.
El lobo trauma luchó por mí, larga vida al yo superviviente que vive en nosotros. Larga vida al héroe interior.
No deben luchar, deben colaborar en pos de la felicidad de su amo, de la conciencia que gestiona las partes del yo que se activan en las situaciones que vamos transitando.
Si solamente alimento al negro, el trauma y sus secuelas, su experiencia se cronifica e inunda nuestro día a día, seré incapaz de disfrutar de la vida y las personas que me rodean. Me convertiré en una persona enferma atravesada por secuelas del trauma.
De igual modo, si solo alimento al blanco corro el riesgo de desconectarme de otras partes que también son dignas de ser, existir e incluso excluyo todo aquello que no es fácil pero también es importante, como el esfuerzo aunque esté agotado, o saber esperar aunque a veces sea desagradable.
Todo lobo tiene derecho a pertenecer a nuestro equipo mental. Toda experiencia merece ser atendida.
En pos de un equipo de partes del yo, que no excluye a ninguna, al amparo de una mirada compasiva e inclusiva.
Esconder la oscuridad no la disuelve, acompañarla es más sano.

Leyendo este cuento me gustaría resaltar la importancia de reconocer nuestra dualidad y ver cómo nos resistimos a ella, y por tanto nos desgastamos en vano. A su vez ver la importancia de que ambas partes existan y buscar cómo transitarlas y atenderlas lo mejor que podamos.
Al final, el lobo negro bien gestionado no deja de ser un recordatorio de cómo se puede sufrir en la vida y de cómo hemos sufrido.

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