El Eneagrama ofrece un mapa de la personalidad potente y rico en matices, para entrar en él y aventurarse en el mismo como un camino de autoconocimiento y de crecimiento personal. Es importante primero de todo tener en cuenta la tríada principal que lo divide en tres tipos de personalidades: emocionales, mentales e instintivas.
La triada principal del eneagrama: Emocional, mental e instintivo.
Los emocionales en el eneagrama:
- En la parte derecha del eneagrama encontramos la triada emocional, que corresponde a los eneatipos 2, 3 y 4. Son personas que se viven y perciben desde las emociones. La energía emocional está más disponible y más a flor de piel. Lo emocional tiñe sus experiencias. Los temas vitales que le inquietan son si se sientan queridos o no, y las polaridades clave que les mueve y conmueven son amor-desamor, amor-odio, inclusión-exclusión. La energía se centra en el corazón. Existe un sentir autentico y un sentir dramático.
Los mentales en el eneagrama:
- En el otro lado se ubican los mentales, que corresponde a los eneatipos 7, 6 y 5, y su motor es el pensamiento. Su percepción e interpretación de lo que les va sucediendo es a través de lo cognitivo. Viven en un continuo entender o no entender las cosas, personas y situaciones por las que transitan. Buscan las soluciones a lo que les pasa en la cabeza. Se apoyan en lo cognitivo para encontrar alternativas a lo que les duele o frustra, con poco uso de la digestión emocional o corporal. Viven mucho en polaridades del tipo satisfacción-frustración, racional-irracional, inteligencia-tontería. Hijos del miedo, el pensar es su gran defensa y apoyo.
Los instintivos en el eneagrama:
- En la parte de arriba del eneagrama se ubican los eneatipos instintivos-somáticos (8, 9 y 1) cuyo motor es lo corporal. Desde el cuerpo el asunto clave es lo que me gusta y lo que no me gusta, y la acción como estrategia vital básica. La solución es la acción. No hay tanta capacidad reflexiva, poca inquietud por la misma, y un bajo interés por atender lo emocional. Se mueven en la polaridad atracción-rechazo, gusto-disgusto y poder-sumisión. Las vísceras mandan.
La terapia Gestalt y los tipos de caracteres del eneagrama
Los tres grandes tipos del eneagrama son maneras de percibir, vivir e interpretar la vida que, como estrategias, encontraron estos caracteres para sobrevivir y evitar el sufrimiento.
Una de las grandes enseñanzas del Eneagrama es que lo mismo que te salvó, te puede condenar. Si el carácter se rigidifica, vamos por la vida siempre por la misma autopista de un modo lineal y automático. De igual modo todas las caracteres contienen su riqueza y su virtud. Como dijo Paracelso: «el veneno está en la dosis».
La terapia Gestalt con su propuesta de trabajo de conciencia nos permite flexibilizar nuestro carácter original, ampliarlo y atender el nivel cognitivo, emocional y corporal de la experiencia humana, en nuestras relaciones.
“La diferencia entre que la personalidad funcione o mal-funcione es completamente una diferencia de grado. Los más altos potenciales de nuestro estilo del Eneagrama incluyen ideales, habilidades, sensibilidades, y fortalezas que valoramos profundamente y que nos sirven bien. Pero cuando nos excedemos con ellos, nuestras mejores cualidades se pervierten convirtiéndose en nuestras peores, mutantes, bastardas y despreciables imitaciones de sí mismas.”
Tom Condon – In a Deep Trance
Entrar en un proceso de Terapia Gestalt facilita que la persona se conecte a lo corporal-emocional-cognitivo y, desde allí, pueda ampliar sus recursos y su capacidad de gestión y acciones nutricias. En este sentido, es importante preguntarse lo siguiente:
- ¿Cuál es mi automático en mis relaciones?
- ¿A qué información doy o quito importancia?
- ¿Qué me ayuda o dificulta conectar con una experiencia corporal, emocional o cognitiva?
- Y ¿cómo puedo compensar –y no eliminar– mis tendencias? ¿Qué actitud creo que es importante cultivar?
Lo automático se equilibra con acciones compensatorias.
Si soy un “mental” que no suelo atender al nivel emocional, puedo, por ejemplo respirar un poco y dejarme sentir en mi cuerpo a qué me conecta un rechazo que he recibido.
Se trata de equilibrar lo emocional, lo corporal y lo cognitivo, pudiendo acceder así a una conciencia integrativa que incluya distintos aspectos de la experiencia humana.