Este post está vinculado al último que hicimos, acerca de qué hacer cuando te sientes agredido, parte 1, es una ampliación del mismo.
Hablaré sobre la complacencia o adulación, como recurso ante la agresión: ¿Cuáles son los rasgos de las personas complacientes y cómo dejar de ser complaciente?
Ser complaciente como mecanismo de defensa ante la agresión: las 4F de Peter Walker
Como ya abordamos en otros posts, Existen tres modos de supervivencia primarios:
Lucha-huida y parálisis/hacerse el muerto/congelación. Sin embargo, desde el trabajo de Pete Walker, autor del libro TEP Complejo: De Sobrevivir a Prosperar: Una Guía y mapa para recuperarse del trauma infantil, podemos añadir una cuarta categoría: la adulación.
Pete Walker, habla de las 4Fs que serían: Fight-Flight-Freeze y Fawn. Traducido seria Lucha-Huida-Congelación y Adulación.
La 4ª F cuesta de traducir vendría a entrar dentro del espectro de la adulación y la complacencia, si complazco al otro o le doy la razón no seré atacado.
Esta cuarta F añade un plus de componente de socialización respecto a las 3fs anteriores que son puramente biológicas aunque también se traducen en actitudes sociales.
Rasgos de las personas complacientes
Ejemplificando en sus múltiples versiones serían éstas las líneas argumentales de cómo se comportan las personas complacientes:
- Si le doy la razón al otro no me atacará.
- Si no contradigo al otro o no le manifiesto mi desacuerdo, no me atacará.
- Si no digo nada, no me pasará nada
- Si le sigo la corriente al otro, estoy protegido.
- Si obedezco al otro, no seré atacado.
Este mecanismo de defensa se configura como una actitud global de interacción social y consiste básicamente en que si el otro está contento, le doy la razón, le obedezco, me someto a él o no lo contradigo, no me va a agredir, por tanto estaré a salvo. Es una estrategia defensiva que busca mucho que el otro no se enfade, para así desactivar un posible conflicto. En lenguaje animal le doy carne al tigre para que no me ataque.
Le doy poder al otro para que no me ataque o no me perciba como un posible rival o amenaza, para que el otro no me ataque.
Este recurso defensivo pone el punto de referencia en el otro, no en mis necesidades, deseos, opiniones, molestias,… Me desconecto de mi para neutralizar un posible ataque del otro, desde mi miedo atiendo al otro.
Se atiende más al posible malestar del otro, que no al propio. Si atiendo más al otro que a mí, me autoabandono mis deseos, necesidades, molestias,…mi experiencia es excluida
¿Cómo dejar de ser complaciente?
Las grandes sugerencias de base para las personas con esta tendencia a ser complacientes son ponerse a ellos mismos como el propio centro de atención, se trata de aprender a escucharse más uno mismo y atender las propias molestias. Y de proclamarse el propio abogado defensor de la propia experiencia.
Para ello es importante que una persona complaciente pueda encontrar herramientas a través de lenguaje para poder separarse o diferenciarse del otro. Por ejemplo, algunas pautas para el cambio que pueden implementar las personas muy complacientes sería manifestar otras estructuras lingüísticas del tipo “no estoy de acuerdo”, “necesito pensarlo un poco más”, “quizás lo podemos hablar en otro momento”…La clave es frenar el automático complaciente “sí, lo que tú digas”.
Por otra parte, para detener el automático de ser complaciente es importante encontrar recursos de frenado; respirar, esperar unos segundos antes de contestar, sentir nuestra fuerza o nuestro enraizamiento corporal, hablar con nosotros mismos,…
Otro punto esencial para compensar al automatismo es dar la vuelta al mecanismo; no se trata de ser complaciente con el otro sino de ser complaciente con uno mismo, no se trata de cuidar al otro sino de cuidarse uno mismo, no se trata de dar comodidad sino de estar nosotros en lo cómodo.
Y recordarse que uno ya estuvo en Vietnam y que, quizás, si le digo que no a alguien no me chillará como cuando contradecía a mi padre.
De igual modo reconocer las oportunidades de sanar antiguas heridas, quizás, en el presente, no ceder ante al otro, sane la antigua herida que tengo con mi padre. Se trata en parte de trabajar las heridas de la infancia.
Dejar de ser complaciente tiene sus ventajas…
Dejar de ser complaciente también tiene una gran ventaja ya que te darás cuenta de que si alguien se enfada contigo por un desacuerdo, por uno no, por una preferencia,… o por un “mejor otro día”, tendrás el mejor test de calidad humana posible. Si alguien te agrede por manifestar tus preferencias de un modo pacífico y legítimo, y te ataca, quizás no sea una persona que te interese mucho.
Como decía Adler ante los que argumentaban que no eran capaces: no se trata de capacidad se trata de coraje, todos podemos ser valientes aunque las secuelas del pasado nos azoten. Ten valor, posiciónate. Te irá mejor.
Es importante no ceder al autoengaño, no posicionarse es un fracaso personal, ni más ni menos.
Aprender a dejar de evitar los conflictos
Otra parte de compensar esta tendencia es estar dispuesto a sostener el malestar o el miedo que produce mostrar el desacuerdo con una persona que percibo que me puede hacer daño.
Salir de la complacencia pide de valor, de un trabajo personal dentro de un contexto de terapia, y entrar en una gimnasia de conciencia de acción. Me tengo que dar cuenta cuando se me dispara este automático de “complacer” o “adular” y después tengo que construir herramientas personales que me posibiliten manifestar mi sentir genuino.
Un proceso terapéutico es un proceso de aprender nuevas formas de ser, estar , hacer y pensar.
Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa. Alfred Adler
Un comentario
Excelente artículo