Sanar al niño interior: 7 pasos para dejar de sufrir
Para sanar nuestro niño interior es necesario abrazar nuestras heridas, desde el adulto que somos.
Somos hijos del pasado y padres del futuro.
En este post describimos, además, las 7 vivencias de John Bradshow para sanar al niño interior: Confiar, aceptar, shock, ira, tristeza, remordimiento y soledad.
El adulto sana al niño interior
- Ser un niño pobre: Es un hecho que soy pobre porque se me da poco. Siento que soy de segunda o tercera categoría. Mis padres me dan poca dignidad de ser. Solo lo justo para ir tirando, a veces me miran y me dan algún destello de amor. Estos destellos me ilusionan, mi esperanza crece y vuelve a caer la desesperanza. Soy leal a la fuente, aunque no salga ni una gota, espero el agua.
- Ser un niño rico: Mis padres confían en mí, y me dan lo mejor de sí mismos aun con sus facilidades y dificultades. Me cobijan desde su contacto físico, son mi casa y me acompañan en mi salida al mundo. Recibo amor porque soy digno de respeto y amor. Soy vida. Me siento valorado y siento mi valor. Se me nutre por lo que soy no por lo que debería ser.
Existe un niño interior rico o pobre dentro de ti. La cuestión es qué hacer con él. Es importante asumir de forma plena nuestra responsabilidad, y acogerlo. Al final es nuestro adulto el que debe tomar y acoger al niño interior, más allá de los padres originales.
El sanar nuestro niño interior nos permite liberarnos de nuestra carga neurótica. Somos hijos del pasado y padres del futuro.
Dentro de un proceso terapéutico de calidad la persona se apropia de su niño interior, confronta si es necesario con los padres originales y finalmente toma su vida en sus manos.
Para todo ello es necesario que nos conectemos con nuestro niño interior, que implica conectar con el dolor original, para poco a poco sanearlo y para que el pasado deje de interferirnos y podamos vivir de una forma plena.
Muchas personas a veces se resisten a conectar con su niño herido, pero es necesario pasar por el sufrimiento para poder soltarlo y oxigenarlo.
Las 7 vivencias de John Bradshow para sanar al niño interior
Según John Bradshaw, el autor de «De vuelta a casa: Recuperación y defensa de su Niño Interior”, para entrar en la herida del niño interior y sanarlo, se transita por 7 vivencias o estados:
- Confiar: Para que su niño interior herido pueda salir de su aislamiento necesita confiar en que usted estará allí para él. Esto pasa por no penalizarlo, juzgarlo, o despreciarlo, de hecho ya sufrió bastante. Necesita de un aliado que le de apoyo para superar el maltrato sufrido. Esta actitud es la entrada al trabajo.
- Aceptar. Esta aceptación implica no minimizar su dolor y no justificar a los padres o racionalizar de qué manera fue avergonzado. El hecho es que su niño fue herido y punto. Es necesario no poner pomada, maquillaje o anestesia al dolor. Aceptar implica exponerse a lo que hay.
- Shock. Al conectar con la herida de tu niño interior es normal que quedes un poco noqueado. Si eres honesto contigo mismo reconecerás que hay mucho dolor, quizás mucho más del que te esperabas o imaginabas. Al conectarte al dolor original, todo esto es terrible para ti, es buena señal, porque el shock es el comienzo del duelo. Es natural que flipes o entres en shock viendo las dimensiones de la tragedia.
- La ira. La ira es una respuesta al dolor recibido por los supuestos padres que debían ser benefactores, pero quienes no fueron así en muchos momentos. Está bien estar enojado aunque sea irracional, mas allá de las buenas intenciones paternas. Es necesario estar enojado si quieres tomar y defender a tu Niño Interior Herido. El enfado sano defiende algo o a alguien. No tienes por qué gritar o insultar (aunque es una legítima posibilidad). Es saludable sentirse enojado cuando se siente el maltrato. Lo que es, más allá de intenciones o dificultades paternas. «Sé que mis padres hicieron lo mejor que como adultos con sus Niños Heridos podían hacer a la vez que soy plenamente consciente de que esto me hirió profundamente y que ha tenido consecuencias perjudiciales para mí en mi vida, las cuales algunas perduran y otras son montañas que tuve que escalar con mucho esfuerzo. Desde esta ira tomo mi fuerza para acabar con la dinámica antigua y no tolerar el abuso que dominaba mi sistema familiar. Ahora tengo la responsabilidad de sanar y defender la cura de mi herida».
- Tristeza. Se entra en el lamento, en la pena por lo que fue y por lo que no fue, por lo que pudo haber sido y no fue posible. Fuimos víctimas. Aquí se entra en la tristeza por la propia infancia y por uno mismo. En esta tristeza reconocemos nuestro sufrimiento, y empezamos a destilarlo. El hielo empieza a deshacerse a base de lágrimas secas o húmedas, internas o externas. Fuimos víctimas y fuimos traicionados. Después de la ira viene la tristeza. Lamentamos nuestras necesidades de desarrollo insatisfechas.
- Remordimiento. Cuando nos afligimos por algo, a veces entramos en preguntarnos qué podríamos haber hecho de distinto. Esto sucede también cuando alguien se muere, el remordimiento, aparece con más o menos intensidad, por ejemplo, tal vez nos hubiera gustado haber pasado más tiempo con la persona fallecida o haberle manifestado quien sabe qué. En este caso es necesario ayudar a nuestro Niño Interior herido a ver que no había nada que él pudiera haber hecho diferente para modificar el resultado, su dolor proviene de lo que le hicieron, no es suyo. Como decía Joan Garriga hace años “eras demasiado pequeño para tener culpa”. Ríndete, tú eras inocente, la responsabilidad es del adulto.
- Soledad. En la herida nos sentimos plenamente solos. Fuimos nosotros los heridos, sin acompañamiento ni consuelo posible. Esta es una soledad profunda como la de nuestra herida.
Reflexiones finales para sanar al niño interior
Existe incluso una vergüenza intima por el abandono o el maltrato de nuestros padres, nos avergonzamos de nuestras heridas, y nos aislamos con ellas. Nos sentimos con poca dignidad de ser.
Esta es la soledad de nuestro niño interior, la que debe ser abrazada por nuestro adulto para acabar definitivamente con ella.
Necesitamos estar en ella antes de abrazarla y de poder sanar la herida.
Mantente en ella, ya queda poco para la cicatrización.
«…en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío»
Ernesto Sábato
Para ampliar nuestra conciencia es necesario pasar por nuestro túnel para poder salir de él, y sin duda nuestra herida infantil nos limita si no trabajamos en ella. A veces es imprescindible transitar el sufrimiento para salir de él.
En Gestalt Salut trabajamos para sanar el niño interior a través de nuestros terapeútas. Siéntete libre para escribirnos y preguntarnos.
Un comentario
Buenos días,
Soy Marie. Me gustaría obtener más información sobre la terapia adecuada a “la herida del abandono”. Estoy preparada para embarcarme en el proceso de la sanacion que ello conlleva y me gustaría recibir información sobre, la metodología del psicólogo y el proceso en el que nos embarcaríamos.
Quedo a la espera de sus noticias.
Que tenga un buen día,
Marie