Guía para Padres: Aprender a gestionar las emociones por el bienestar de nuestros hijos
En la crianza de los hijos, los padres pueden vivir y transitar grandes dosis de miedo, enfado, alegría y tristeza. Del trabajo con las emociones del padre y la madre, y de su conciencia y dedicación en la crianza, depende en parte la felicidad futura del niño/a. Aprende a surfear tus olas emocionales, sin perjudicar a tus hijos.
“Los hijos llegan a demandar una atención agotadora a los padres: a veces parece que nada es suficiente y muchos padres se preguntan dónde deben poner los límites para asegurar su propio bienestar. Educar requiere una entrega física y emocional agotadora y los padres también necesitan prestar atención a su salud física y emocional.”
Elsa Punset
Ser un buen padre/madre es posible y accesible: ¿Cómo lograrlo?
Ser padre/madre implica, entre otras cuestiones, entrenarnos en la escucha, en atender al niño a nivel emocional y a estar en el presente para dejar de buscar fórmulas mágicas, pudiendo así atender a los distintos tránsitos emocionales del niño. Es necesario que el adulto se posicione como educador emocional.
Otro aspecto a destacar es retomar la confianza en los padres. Los adultos no solo deben, si no también pueden. Retornar la confianza a los padres es empoderar a la sociedad y otorgarle su capacidad y responsabilidad. Te costará más o menos pero ser un buen padre es posible y accesible. Se trata de despertar recursos personales, y de reciclar los antiguos. La responsabilidad como valor primero y último de la crianza. El adulto es responsable del niño. Punto y pelota. Somos responsables de atender sus derechos y necesidades.
Desde esta responsabilidad es importante pedir ayuda si lo consideramos necesario. En esta línea es necesario que los padres sean acompañados en la labor de la crianza y que estos hagan un trabajo personal para dar la mejor versión de sí mismos a sus hijos, sea en formato de terapia individual, o grupal.
Un punto clave es que el adulto aprenda a relacionarse con sus emociones. En la crianza se viven y transitan grandes dosis de miedo, enfado, alegría y tristeza en la relación adulto-niño. Si se pone conciencia en las emociones nos damos cuenta que la crianza es un constante emocionar. Es necesario aprender a gestionar lo emocional ya sea en un espacio grupal o individual. El padre al aprender a relacionarse con las suyas facilita al niño adquirir recursos emocionales.
Cuando los padres necesitan atender a su salud emocional: Aprender a surfear las olas
Después de esta reflexión sobre la importancia de las emociones en la crianza, quisiera resaltar tres aspectos fundamentales a la hora de gestionar mis emociones:
- Reconocer la emoción
- Sostener la emoción
- Gestionar la emoción.
Reconocer la emoción:
En el reconocimiento de la emoción, la guía es el cuerpo, es en el cuerpo donde se manifiesta todo lo que sentimos, toda emoción tiene un registro corporal que la acompaña, por lo que es importante darme cuenta de donde y cuando estoy sintiendo la emoción, “siento ternura en la parte alta del pecho” o “estoy triste porque mi hija no me hace caso”, en que zona del cuerpo localizo mi sentir de este momento y que la detona.
Todas mis emociones se acompañan de una sensación física que puedo localizar y de un estimulo suficientemente potente para detonarlas.
Aprender a escuchar y a reconocer esas sensaciones es fundamental para ser consciente de lo que estoy sintiendo.
Sostener la emoción:
En el sostener la emoción, después de haber reconocido lo que siento, tomo la emoción y la acompaño, es decir acepto lo que estoy sintiendo en este momento, sin pretender cambiarlo o modificarlo, me dejo sentir la tristeza o la alegría, sin negarla ni alimentarla, no lucho ni a favor ni en contra, le doy espacio y dejo que exista sin juzgarla. Cuando sostengo mi emoción (mi tristeza, o mi alegría, o mi miedo, o mi enfado) es muy importante darme el tiempo necesario, darle espacio y darle tiempo, para que se manifieste.
No manipulo lo emocional igual que no quiero manipular las emociones de mi hijo. Se trata de darles continente, permitiendo así el libre tránsito de lo emocional y voy pasando de una a otra según las vivencias de mi misma@ que vaya teniendo a lo largo del día.
“es un hecho que me enfada la lentitud de mi hijo” (otra cosa es como gestionare este enfado)
El sostener me permite no desbordarme a nivel emocional ni negar lo que siento legítimamente.
Gestionar la emoción:
En el gestionar la emoción, una vez reconocida y aceptada la emoción, puedo saber qué necesito elaborar o metabolizar, decidir conscientemente qué hago con ella y cómo la expreso o la vivo mínimamente. Por ejemplo, “Me sienta bien respirar un poco cuando mi hija me habla mal, y lo que me sienta faltal es insistir mucho en que se disculpe”.
Es importante registrar las gestiones nutricias, las que me ayudan, de las toxicas, las que empeoran mi emocionar.
La gestión de la emoción me permite completar el proceso vivido, nutrirme de lo experimentado, completar mi ciclo de necesidad reequilibrándome a nivel interno y con el medio, y sobretodo aprender a transitar lo emocional. Aprender a surfear las olas emocionales de la crianza.
De este trabajo con las emociones del padre o madre, y de su conciencia y dedicación en la crianza, depende en parte la felicidad futura del niño/a.