Ayer vi a una persona transformarse en su monstruo
El silencio enmudeció
Cada gesto, cada palabra suya era un tajo en el corazón de lo humano
Se retorcía, se encogía, se escupía
Empezó a aislarse en su desangrarse
Empezó a abrazarse
Empezó su teatro del absurdo
Sin público no hubiese actuado
El contacto le hizo volver
Y volvió un poco de la persona
El silencio volvió a su sonoridad
Y me quede con la pregunta:
¿podré abrazar a mi monstruo?
Al lado del monstruo se encontraba
La persona que puede decir sí a todo lo vivo
Incluso al veneno de la serpiente que le muerde la mano
Incluso a aquel que no respeta su budeidad
Estuvo allí, esperando, confiando aun con su cansancio
Cuantas batallas en cada línea de su rostro
Todas contemplaban el tránsito de lo monstruoso a lo humano
Esperando que cayera el telón
No dejo de tener miedo por el Buda.
Y aún estoy con mi miedo y mi furia la cual se pregunta:
¿Quién defiende a los budas?
Y ya sé que no necesitan ser defendidos
Y cada mañana mi monstruo y mi budeidad
Se miran a lo lejos y se saludan hasta su próximo encuentro.
Jordi Gil
Co-director de Gestalt Salut Psicoterapia