Los que fuimos invisibles

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Los que fuimos invisibles

Los que fuimos invisibles

Recuerdo los tiempos en los que no salía al mundo y me refugiaba en libros, comics y películas.

El libro y yo, el comic y yo, la tv y yo, los días pasaban y yo me nutria de múltiples fantasías, por lo demás interacciones cortas con mi padre o mi madre, también con los abuelos y menos con los hermanos. Sentía mucho más la fantasía que la realidad, lo poco que sentía sentir.

Recuerdo como fue la salida al mundo, la expansión que sentí por de repente sentirme acompañado por los demás, aparentes hermanos y alguno verdadero, me sentía lleno de energía, pude dar y recibir.

Emergió mi carisma, mi liderazgo, mi incesante energía capaz de danzar con la luna día sí, día también. La explosión me llevo a la lujuria, al romanticismo, a la filosofía, a los poetas malditos, a la utopía con los demás. Pude compartir lo que nunca habia sido visto.

Recuerdo cuando me replegué al sentirme herido por el mundo, me sentí traicionado, enloquecí de dolor y no vi lo obvio.

Entonces volví a aislarme, en la cueva pero esta vez el dolor dolía y los ojos se humedecían, y los padres ya no eran los mismos, y los hermanos parecían más listos que yo. Descanse junto al resentimiento, el no saber y una esperanza que aún tenia hambre y no se rendia.

Recuerdo cuando volví al mundo esta vez con un plan, con un proyecto, con  cautela, con un sistema de alerta y con la fuerza que dan las heridas y el resentimiento.

El camino empezó a caminarse con cierto rumbo, la vida fue dándose, caí alguna vez pero no tanto, los años mutaron mi piel, fui viviendo y pude soltar un poco el aislamiento y las heridas.

Y ahora me doy cuenta que el repliegue y la expansión son diarios y mucho más agradables, que la vida es fuerte y que con ella vivo, confiando en ella, transitando un vivir que voy amando.

Y hace dos días reconocí a una persona que mientras se explicaba pude ver que pertenecía al club de los que fueron invisibles, y cada vez que coincido con uno de los que fuimos invisibles, me enternezco, me conmuevo y doy gracias a la vida porque ambos llegamos hasta aquí.

Dedicado a Teresa F.

Jordi Gil
Co-Director de Gestalt Salut Psicoterapia

 

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