Movimiento Auténtico: Sumérgete en tu interior

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Movimiento Auténtico: Sumérgete en tu interior.

En este post hablamos sobre el Movimiento Autentico, una disciplina terapéutica donde se pone el foco en la exploración de la experiencia interna de cada individuo.  La práctica del Movimiento Auténtico se asemeja  a una meditación en la que nos dejamos guiar por lo que mueve a nuestra  conciencia. 

¿En qué consiste la práctica del Movimiento Auténtico?

La práctica del Movimiento Auténtico consiste en experimentar el ser movido más que movernos de forma intencionada, se experimenta la sensación de esperar ser movido por una impulsos, sensación, o emoción en un acto que aúna la entrega y la conciencia.

Poder re-conocer aquello que nos mueve desde adentro, Mary Whitehouse la fundadora del Movimiento Auténtico manifestaba que:

«el movimiento para experimentarse debe ser encontrado en el cuerpo, no puede ponerse desde afuera como un sobretodo. Existe en cada uno aquello que se ha movido desde el primer inicio, aquello que nos puede liberar» (1963).

La sanación pasa por dejarse sentir lo que me sucede, esperar a que tenga una forma y dejarse mover sin obstaculizar nuestro experienciar.

Movimiento Auténtico: La relación entre el movedor y el testigo

El formato del movimiento Auténtico se configura a través de la relación entre una persona en movimiento y una persona que atestigua este moverse, como nuestra conciencia nos observa, el otro nos observa y se deja resonar por la experiencia que contempla. En el Movimiento Auténtico la naturaleza de la relación entre estos dos individuos -ser en movimiento y testigo- crea un espacio de seguridad, de intimidad y contención para que material del inconsciente y nuevo pueda emerger a la conciencia y ser reconocido.

La persona que se mueve trabaja con los ojos cerrados buscando así aumentar su concentración y reducir estímulos externos. No hay estímulos ni directivas desde afuera, el trabajo se realiza en silencio, no se perturba lo que emerge. La intención es escuchar internamente y esperar que surja algún impulso movedor estos pueden emerger a través de imágenes, de un movimiento, de sensaciones físicas o de una emoción, cualquier fenómeno interno con suficiente energía para conectarse al cuerpo y producir suficiente energía para iniciar un movimiento.

Whitehouse describe este instante como:

«un esperar abierto… un vacío en el cual algo puede suceder, este abrirse se traduce a abrirse a la vida en el cotidiano. El ser espera hasta que siente un cambio, al sentirlo empezar lo sigue hacia donde el impulso va, es como seguir un camino que se abre por delante a medida que una lo transita» (1963), aprendemos  a movernos con las olas de la vida.

Mientras tanto la persona que es testigo busca un espacio en la habitación donde sentarse y mirar y en su estar da un espacio de dignidad, casi sagrado al otro y a sí mismo como observador. El rol de testigo es esencial al desarrollo de esta forma. La presencia de otro ser cuando la persona se abre a explorar lo desconocido muestra la necesidad humana de cuidado, contención y seguridad, de ser vistos y de poder recibir del otro su mirada.

La/el testigo debe brindar atención no sólo a lo que la otra persona está haciendo, sino a su propia experiencia interna, ejerce de eco vivo, de caja de resonancia. Janet Adler, discípula de la fundadora habla de «escuchar, ofreciendo una cualidad específica de atención o presencia a la experiencia del otro ser» (1985).

Qué pasa después del Movimiento Auténtico….

Luego del trabajo de movimiento-testigo, ambos comparten sus experiencias. La posibilidad de hablar sobre lo vivido es un paso esencial en la integración de consciente e inconsciente. Siempre quien se ha movido habla primero, luego la/el testigo ofrece su propia experiencia como respuesta, como ofrenda a lo brindado por el otro, sin juzgar, dando forma y espacio a lo vivido sin añadir ni quitar nada.

En Movimiento Auténtico, el feedback es respetuoso con la experiencia del otro y con la propia, ya sea un compartir verbal, el silencio, un dibujo,…. Este «dar forma» al material que ha emergido puede ser a través del dibujo, la escritura, arcilla, una danza u otros medios expresivos, es un paso necesario para consolidar lo sucedido y que lo inconsciente pueda ser visto aunque sea de un modo simbólico por la luz de la conciencia, las experiencias más fuertes pueden regresar al inconsciente cuando no son cuidadosamente integradas a la conciencia.

A través de sucesivas experiencias de sentirse aceptado por la/el testigo sin juicios, proyecciones ni interpretaciones, la persona-en-movimiento puede comenzar a internalizar esta función y vivir de adentro hacia fuera, además desarrolla su propio testigo interior, la experiencia de no ser juzgado nos acerca a nuestra capacidad de no-juicio, incorporamos  la posibilidad de ser aceptado como uno es.

Este espacio de confianza y seguridad del Movimiento Auténtico se crea y fundamenta a partir de la aceptación incondicional y de la presencia de la/el testigo, la persona experimenta una creciente libertad de movimientos para entregarse/darse a sus propios impulsos interiores y comienza a reconocer, diferenciar e integrar este mundo interno de sensaciones, imágenes y emociones, todo ello facilita una mayor gestión de mi mundo interno en mi cotidiano.

Ambos, ser-en-movimiento y testigo, inician su propio camino de auto-descubrimiento y transformación, esta es una experiencia creativa que permite dar forma  algo que vivimos en el aquí y ahora, sea lo que sea.

«Central a la experiencia es la sensación de moverse y ser movido. Idealmente ambos están presentes en el mismo instante. Es un momento de total claridad, la integración de lo que estoy haciendo y lo que me está sucediendo» (Whitehouse, 1958).

Al elegir el seguir o no determinado impulso, una aprende la relación entre «moverse» y «ser movida/o», entre entrega y voluntad. Esta intención posibilita mantener la atención y aprender a mantenerla sin esfuerzo.

La práctica del Movimiento Auténtico nos posibilita una mayor convivencia con nuestros contenidos no-conscientes o somáticos ampliando nuestra sensación de vida. Mover el cuerpo desde el presente nos responsabiliza de lo que vivimos, la persona en su moverse se conecta a su vida de un modo activo, toma el timón de lo que le sucede y dejarse mover por el agua de la vida.

Jordi Gil – Co-Director Gestalt Salut

 

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