¿Cómo ser un cuidador suficientemente bueno?

Padre e hijos

¿Cómo dosificar tiempos, espacios y ritmos dentro del contacto-retirada con los niñ@s?. Necesitamos padres conscientes que se escuchen a sí mism@s y escuchen las necesidades infantiles. Este equilibrio requiere poner mucha conciencia en nuestra sensibilidad, y en la del niñ@.


No es posible ser un padre/madre perfecta, pero sí suficientemente bueno/a. La madre “suficientemente buena” de Winnicott es una construcción ideal que consiste a grosso modo en saber responder con acciones a lo que el bebé necesita, esta madre está altamente presente, en cierto sentido no tiene deseos propios, siendo capaz de salir de sí misma para estar disponible para el otro. Se mantiene en un acto de servicio. Se trata de poner atención e intención a cómo nos relacionamos con el pequeño, qué le proponemos y en cómo vive éste lo que le ofrecemos.

Winnicott afirmó la posibilidad de que la persona es menos importante que la función; la madre biológica puede ser reemplazada por un cuidador, lo importante es la función a cumplir, el cuidar.

El cuidador es la función clave del padre o la madre.

Y como sociedad debemos cuidar el cuidado, y cuidar a los cuidadores.

Estar atento a las dosis de contacto con los niños

Para ocupar este lugar de cuidador suficientemente bueno, es importante estar atento a la dosis de contacto con el niño. Si te pasas el día con tu hijo es posible que más tarde o temprano acabes frito de él. Todos tenemos una cantidad limitada de oxigeno vital que debemos respetar y respetarnos. El amor también tiene límites. La maternidad y paternidad requiere aprender a dosificar tiempos, espacios y ritmos dentro del contacto-retirada con el niño. Necesitamos cuidar de nosotros mismos en las relaciones también con las de nuestro hijo/a.


 Como dijo Paracelso, médico químico-suizo alemán

“¿Que es veneno?

Todo es veneno. Depende de la dosis.” 


Pero… ¿cuál es la dosis justa?

Este autocuidado se transmite al niño, y aprende de él. Encontrar este punto medio requiere observación y cuidado hacia la propia interioridad y no interferir en el del niño.

“este finde estuve mucho con mi hijo necesito estar conmigo un poco”

Lo importante también es que esta retirada no se transforme en abandono o rechazo, podemos acompañar sin estar encima o lejos.

Necesitamos padres conscientes que posean una buena autoestima, sepan autocuidarse, dosifiquen su contacto con el niño, que se escuchen a si mismos y escuchen las necesidades infantiles. Este equilibrio requiere poner mucha conciencia en nuestra sensibilidad, y en la del niño.

También existen padres que renuncian a su vivir o que no lo afrontan, y que viven a través de la vida del niño. Estos padres aparentemente hiperdedicados dan un peso al niño que no tiene que llevar, es una agresión poner nuestra vida encima de otra vida.

Una cuestión importante es que el adulto atienda a su nivel de tensión, escuche su yo corporal y se apoye en la respiración para modular su estado tenso-emocional.

Lo que determina a un buen padre es su esfuerzo de conciencia por cuidar la experiencia del niño, y la propia.

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