La bondad de las emociones
Miedo, rabia, alegría, tristeza son las cuatro emociones básicas. Se les llama emociones básicas porque son vivencias comunes y reconocibles en todas las personas, de cualquier época, edad y cultura. En este post hablamos sobre las bondades de las cuatro emociones básicas: ¿qué nos indican y facilitan?
¿Qué es una emoción y cuáles son las cuatro emociones básicas?
Una emoción es una experiencia orgánica que me informa de cómo me vivo en relación a un algo o un alguien mínimamente significativo.
- “Pensar en el pasado me entristece”
- “Me enfado cuando Esther me habla de su pareja”
Es una señal para mí y para los demás que tiene lugar en relación con el aquí y ahora, que se manifiesta mediante cambios en nuestro cuerpo y nos propulsa/mueve/invita a realizar acciones para nuestra supervivencia, desarrollo o bienestar.
Una emoción es como dice Norberto Levy (1999) “una señal”: Me informa de que algo me está sucediendo, o le está sucediendo al otro, en este preciso momento y en relación con el contexto del presente (real o imaginario). Algo se me moviliza a nivel interno.
- “La actitud de Alberto me pone triste.”
- “Me molesta que Paula se meta en todo lo que pasa en la oficina.”
La emoción emerge ante algo que me es mínimamente significativo. No todo nos emociona. Se da en el aquí y ahora, y en mi relación yo-entorno, sin relación no hay emocionar.
S. Bloch define emoción como “un complejo estado funcional de todo el organismo que implica a la vez una actividad fisiológica, un comportamiento expresivo y una experiencia interna”
Una emoción es información sobre “cómo estoy ahora en relación a”.
No existen emociones buenas o malas, sino emociones que nos pueden resultar más agradables/fáciles que otras.
Hay personas a quienes les es fácil conectar con el enfado y en cambio otras se conectan poco al enfado y se anclan en el miedo.
- “Creo que me enfado dos veces al año”
- “Hace más de un año que no lloro”
Lo importante es saber que cada emoción cumple una función específica. Para relacionarnos con las emociones es importante atender a la bondad de cada una de ellas.
Miedo, rabia, alegría, tristeza son las cuatro emociones básicas. Se les llama emociones básicas porque son vivencias comunes y reconocibles en todas las personas, de cualquier época, edad y cultura, desempeñan un papel fundamental en el desarrollo psíquico del individuo y de la especie humana en general.
Las cuatro emociones básicas y sus bondades
¿Cuáles son las bondades de las cuatro emociones básicas?
La bondad de la rabia
La rabia me indica la existencia de una molestia acumulada que es importante de gestionar.
El enfado es un NO. Nos ayuda a poner límites.
Indica que queremos proteger o defender. Aprender a ponerse y a poner límites
Nos invita a aprender a decir “NO”.
Ayuda a diferenciarse del que quiero.
Nos da fuerza. Nos impulsa hacia fuera.
La bondad del miedo
El miedo facilita la gestión de peligros externos o internos.
La no gestión de este emocionar me lleva a la fuga o al ataque.
Me da prudencia, me ayuda a gestionar mis fantasmas.
Me informa del equilibrio recursos personales vs situaciones que se presentan, si siento que llevo mal una signatura me avisa de que tengo que esforzarme más.
La bondad de la tristeza
La tristeza está relacionada con el pasado o con un presente.
Nos informa de aquello que nos duele. Sirve para aprender a desprenderse y tomar conciencia de tránsito.
Nos ayuda a reconocer qué nos duele y qué valoramos en la vida.
Nos facilita reconocer los vínculos, cuales nos son nutricios o tóxicos.
La bondad de la alegría
Se manifiesta con calor y a través del impulso a compartir dicho calor con los demás.
Entre las funciones de esta emoción encontraremos el establecimiento de contacto y el impulso de compartir algo.
Nos impulsa a crear un determinado tipo de vínculos. Es lo que ha permitido el paulatino desarrollo de los vínculos en la humanidad, ya que ha propiciado el encuentro para compartir la ternura, erotismo y curiosidad. Se manifiesta con la ternura, la curiosidad y el erotismo.
En el proceso terapéutico la persona aprende a relacionarse con su experiencia pudiendo discriminar y asimilar lo bondadoso de las emociones por las que transita. Aprende a reconocerlas, sostenerlas y gestionarlas sin rechazarlas ni fijarse a ellas.
Este aprendizaje se puede realizar en terapia individual y también en un contexto grupal, en un grupo de gestión emocional o de crecimiento personal.