Seis pilares fundamentales en la crianza de los niños – Gestalt Salut

Madre e hijo
21 junio 2019

Los 6 pilares fundamentales en la crianza de los niños

Un padre y una madre pueden cumplir distintos roles fundamentales que posibilitan un buen desarrollo del niño, en sus aspectos materiales, amorosos, emocionales, y en cuanto al desarrollo de la curiosidad y la socialización, entre otros. En este post hablamos sobre los 6 pilares fundamentales en la crianza de los niños.

El cuidador como adulto poliédrico

Un padre/madre en su acompañamiento con su hijo puede cumplir distintos roles fundamentales que debe ejercer como cuidador y que posibilitan un buen desarrollo del organismo niño. Se trata de pulir el diamante infantil desde distintos ángulos.

A continuación detallamos los 6 pilares fundamentales en la crianza:

Proveedor material:

Un proveedor material de alimentos sólidos y líquidos, descanso, higiene, cura y protección física. Este rol incluye también proveer de un espacio sano y de estimulación sensorial. Es decir, alguien que nos aporta una salud física orgánica, nos invita al movimiento y nos proporciona espacios de estimulación sensorial.

Proveedor amoroso:

Un proveedor amoroso. El amor es un nutriente esencial del organismo y la psique humana. Desde su perspectiva como biólogo, Maturana, considera que el amor es la emoción fundamental que hace posible nuestra evolución como seres humanos: «… cuando hablo de amor no hablo de un sentimiento ni hablo de bondad o sugiriendo generosidad. Cuando hablo de amor hablo de un fenómeno biológico». El amor es una experiencia, es un alimento afectivo. Los seres humanos somos intrínsecamente amorosos, y podemos comprobarlo fácilmente observando lo que ocurre cuando una persona es privada de amor, cuando se le niega el derecho a existir o se le valida su emocionalidad.

Nos lo muestra el psicólogo estadounidense Harlow usando una curiosa metodología: Para su experimento, trabajó con monos Rheus, una especie asiática que convive fácilmente con los humanos. Harlow separó a las crías de sus madres para ver cómo reaccionaban. En las jaulas donde metió a las crías, había dos escenarios a los cuales podían acceder: un biberón lleno que proporcionaba la alimentación adecuada y un peluche o muñeco parecido a un mono adulto sin alimento alguno. El resultado mostró que las crías preferían al muñeco a pesar de que este no les podía alimentar; elegían el cobijo afectivo, buscaban una experiencia de calor. También se evidenció que cuando las crías se angustiaban, buscaban y se aferraban fuertemente al muñeco, pues éste les proporcionaba una gran seguridad. El calor y el cobijo remiten al amor, al nutriente esencial.

La carencia temprana de afecto produce trastornos como ansiedad, agresividad, desmotivación, inseguridad, tristeza, dependencia, estrés crónico, etc. Como mamíferos que somos, necesitamos vivir la experiencia de dar y recibir calor.

Sostenedor emocional:

Un sostenedor emocional. Se trata de cumplir una función de sostén, de ser capaz de ayudar y cobijar al niño cuando este vive angustia o desamparo. Este acompañar facilita que el niño pueda transitar emociones y sensaciones sin caer en shock o pánico. A veces se trata de abrazar un buen rato al niño mientras está triste, dolorido, asustado…, o simplemente de estar a su lado. Somos un faro que acompaña al niño a atravesar túneles y oscuridades. En definitiva, esta función permite al niño transitar lo emocional y lo angustioso de un modo sostenible. Cobijar al niño es dar forma y continente a su experiencia par que este aprenda a manejarla.

Promotor de acciones:

Un promotor de acciones con el mundo, con lo de afuera a lo largo del proceso de aprendizaje, se trata de estimular la ilusión, la curiosidad y la socialización, entre otras cuestiones vitales, que a la larga le permitirán salir al mundo y vivenciarlo de un modo amigable. Es vital que el niño no coja miedo a las cosas, a la vida, y que empiece a contactar con todo lo que hay en este mundo. Esta función también pasa por graduar la intensidad de las experiencias a las que el niño debe acceder, por evaluar si estas son de gran, media o pequeña intensidad. Y pide ir evaluando para que esta preparado el niño, y para que no lo está: «ten paciencia, aun no estás preparado para quedarte a dormir en casa de Gabriel», «ahora ya puedes empezar a dormir sola; te acompañaré las primeras noches y luego vamos viendo».

Transmisor de conocimientos:

Un transmisor de conocimientos. Cualquier persona que se introduce en algo nuevo o desconocido necesita una mínima orientación teórica, como niños necesitamos que alguien nos haga un mínimo mapa de como es el mundo, de sus leyes, de la importancia de los vínculos, de conocimientos acerca de la naturaleza. Como especie el mostrar el mundo, a nivel teórico y práctico, es un compromiso sagrado con los recién llegados al mundo.

Legitimador:

Un legitimador. El niño a quien se le legitima su experiencia “estás enfadado porque te han quitada un juguete” en vez de “no pasa nada, no llores” siente que lo que vive es real y que tiene derecho a sentirlo. Se da un espacio a su experiencia y la vivencia como legítima. Es un niño que puede anclarse y apoyarse en su experiencia. Tiene derecho a sentirla tal y como es. Este sí a la vivencia propia le facilitara gestionarla sin penalizarla y afirmándose desde ella. Cuestión muy distinta es sentir que lo que siento no debería sentirlo o que debo ser de una determinada manera o cumplir con un modelo que no es el mío.

Al vivir nuestra experiencia como inadecuada, nos cuesta más aceptarla y transitarla, nos desconectamos o peleamos con nuestras vivencias y necesidades, al abstraernos en lo que debería ser, en la represión o en encajar en criterios que no son nuestros: «me costó dos años aceptar que no sentía nada por mi pareja, me odiaba a mí misma por ello, y prefería beber y evadirme de todo». Si nuestra experiencia no es legítima de fondo, nos sentimos indignos de ser quienes somos o de sentir lo que sentimos.


Como afirma María Montessori:

«Si criticas mucho a un niño, él aprenderá a juzgar.

Si elogias con regularidad al niño, él aprenderá a valorar».


Todas estas funciones consolidan que un adulto sea un facilitador vital y podamos potenciar la autorregulación del niño, es decir su capacidad de autorregular su experiencia. Si esta facilitación no se da, o se da de forma escasa, el futuro adulto tendrá excesivas dificultades en relacionarse consigo mismo y con los demás, poseerá una autoestima frágil y tendrá que hacer grandes esfuerzos para autorregularse, y le costará ajustar su mundo interno con el externo.

En síntesis, que se den o no estas funciones determina la diferencia entre un niño que vive y otro que sobrevive, entre un futuro adulto que se pelea con su experiencia o que la integra y se apoya en ella.

Ejercicio: Los roles desempeñados en la crianza

Reflexiona acerca de qué 2 funciones sí cumplieron tus padres y cuáles no. ¿Qué roles sí desarrollaron?

Compártelo con alguien de tu confianza, que también quiera reflexionar acerca de las funciones presentes o ausentes de sus progenitores.

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