El síndrome del impostor o de la impostora

En este post Jordi Gil, co-director de Gestalt Salut, nos habla acerca del síndrome del impostor o de la impostora: qué es, cuáles son las principales características de las personas que lo padecen, por qué se da mayormente en mujeres, y cómo se cura.

 

¿Qué es el síndrome del impostor o de la impostora?

¿Alguna vez sientes que eres un fraude o una estafa?¿Qué estás engañando a los demás y en el fondo eres peor persona de lo que piensan?¿un día descubrirán que no eres tan inteligente como parece, por mas que finjas o leas?¿Existe un día en el que se descubrirá que eres un ser egoísta que juega a ser un niñx buenx?¿A pesar de tus éxitos
vitales sigues pensando que vales poco?¿los demás están equivocados y un día verán tu torpeza infinita?¿un día tu ser real y tu falsedad será desemascarada?

Éstas y otras preguntas nos pueden indicar si padecemos lo que comúnmente se llama el síndrome del impostor. Este sentimiento de estar estafando/engañando a lxs demás es conocido como el Síndrome del Impostor.

Quien lo sufre, más allá de las posibles evidencias de sus logros, no se siente merecedor/a de halagos, elogios, feedbacks positivos, …no merezco tal reconocimiento. Y se vive en una narrativa mucho más crítica, oscura y negativa; “en realidad estoy engañando a todos y todas”, “soy menos de lo que se me ve o se me dice”. Y esa narrativa posee una lógica; «como estoy falseándome y engañando , algún día puedo ser delatada y descubierta la “autentica” verdad…» La narrativa del síndrome del/la impostor/a me pone en una zona de riesgo y stress a nivel interno, puedo ser delatado/a y se puede revelar la verdad, soy un fraude.

Es importante observar que es una narrativa cerrada y hermética, proviene de un dolor no metabolizado, encapsulado y que ha mutado en forma de esta narrativa del síndrome del/la impostor/a o.

Esta narrativa nuclear se nutre de sub-argumentos, los méritos de los que me hablan son debidos al azar, u otros argumentos explicativos para desresponsabilizarse de los propios éxitos; “no es tan difícil tocar la guitarra”, “le caía bien al profesor y por eso me puso buena nota”, “mi chica no es muy exigente y por eso esta conmigo”, …

Este tipo de personalidades atribuyen su éxito a factores ajenos, tales como la buena suerte… el horóscopo…, la familia , …. Este mecanismo de adjudicar a factores ajenos el propio éxito es una estrategia de desresponsabilización.

Existe una dificultad para tomar el éxito, lo sano, lo nutricio. Evitan asumir el éxito por miedo a no poder sostenerlo, debido a aprendizajes traumáticos.

 

Cómo se genera el síndrome del impostor y su relación con los logros

El síndrome del impostor está asociado al campo de los logros y del éxito, a un sentimiento de inmerecimiento de éxito. Esconde una baja autoestima, con una visión rígida de unx mismx, que se sostiene en creencias del tipo “por más logros que acumule sigo siendo una persona mediocre”.

Bajo esta mirada hay un miedo a crecer y progresar, desde aquí evito conectar con mi propio valor personal, prefiero autolimitarme a exponerme a sentirme un fraude si fallo o las cosas van mal.

Otro de los malentendidos que da fuerza al síndrome del impostor es que si realmente soy tan bueno porque debo esforzarme tanto, quizás a alguien más talentoso le sería más fácil. Si me esfuerzo tanto es que no tengo talento. ¿De donde sacamos que las personas con talentos no se esfuerzan?, quizás el esfuerzo forma parte del talento personal, como decía Picasso que la inspiración me pille trabajando.

Por contrapartida también está la creencia limitante de que los propios talentos innatos o adquiridos (aprendidos) no tienen valor ya que no me supone un esfuerzo, con lo que no puedo apoyarme en ellos para seguir aprendiendo y construyéndome una autoestima fuerte y sana.

Sean cuales sean las creencias limitantes que sostienen este rasgo del/la impostor/a, la persona se construye una trampa en la que se inhabilita a sí mismo/a, no pudiendo disfrutar de los procesos de aprendizaje y crecimiento que todo persona necesita para su propio bienestar personal.

¿Qué parte mía me llama fraude? Posiblemente, mi críticx interno, que es una de las grandes secuelas del trauma. “El error forma parte del aprendizaje, no es ser un fraude”.

El síndrome del/la impostor/a es un indicador de que nuestra autocompasión está dañada y su lugar es ocupado por una autocrítica despiadada que produce un miedo interno.

 

El síndrome del impostor en hombres y en mujeres: Causas, síntomas y características

Algunos ejemplos, síntomas y características de hombres y mujeres con síndrome del impostor son:

  • Gran dificultad a la hora de internalizar sus propios logros. Si yo recibo un premio en un concurso de fotografía, puedo pensar que a esa convocatoria solo se han presentado dos o tres personas con lo que ese galardón a mi trabajo no significa demasiado.
  • La duda de sí mismas, de su validez, de su eficacia, de sus competencias y habilidades…
  • Atribuir el éxito a factores externos.
  • Ponerse metas tan elevadas que es imposible alcanzarlas.
  • Auto-saboteo constante a través de un diálogo interno muy crítico, negativo y fatalista.
  • Experimentar profundas emociones de vergüenza, de inseguridad, de inquietud, ansiedad…

Hay, en realidad, múltiples dinámicas que explican las causas del fenómeno del síndrome del/la impostor/a. No obstante, la que lo vertebra de manera constante es la baja autoestima. Con frecuencia, la baja apreciación y valoración de uno mismo deriva en esa percepción de que se es un fraude.

 

¿Por qué se genera el síndrome del impostor en hombres y en mujeres?

Conozcamos no obstante más causas del síndrome del impostor en hombres y en mujeres subyacentes:

  • Son personas altamente perfeccionistas. Sus expectativas son tan elevadas que aunque alcancen el 99,9 % de ellas seguirán considerándose un fracaso.
  • Una educación muy exigente y por lo tanto traumática. Haber crecido en un entorno en el que el único modo de recibir afecto era demostrando la propia valía, puede someter a las personas a la eterna sensación de que no se esfuerzan lo suficiente, con el consecuente perfeccionismo y baja autoestima.
  • Formar parte de otra cultura, nacionalidad o incluso género puede ser motivo de albergar creencias estereotipadas y negativas sobre la propia competencia. Esto se da con frecuencia en mujeres que trabajan en el sector de la ciencia o la investigación. En esos entornos donde el número de hombres es mayor, hace que en algún momento duden de sí mismas o que tengan que trabajar más duro para demostrar su valía.
  • Ser una persona exitosa en cualquier ámbito, es solo signo de estar más expuesta a las miradas y críticas, tanto internas como externas y por este motivo en ellas se puede hacer más evidente esta problemática que en cierta medida vivimos todos y todas.
  • El patriarcado y su visión de que el triunfo está más asociado a los hombres, es causa directa que el síndrome de la impostora lo vivan con mayor frecuencia las mujeres.

 

Estrategias para reducir el efecto del/a síndrome del impostor/a: ¿Cómo curar este síndrome?

Tener esta percepción de unx mismx, de manera continuada, tiene un coste. Es común que muchas de estas personas no progresen en su vida y que además desarrollen algún trastorno del estado de ánimo, ansiedad o depresión.

¿Qué estrategias existen para reducir o manejar este tipo de situación? Estas serían algunas claves:

  • Es necesario que estas personas dejen de compararse con los demás, para empezar a apreciar y reconocer sus propios logros.
  • Asimismo, deben identificar y desactivar los miedos irracionales. No pueden dar validez al temor de que otros descubran que, en realidad, no son tan válidos o competentes como aparentan. Algo así no tiene sentido ni utilidad, ni aún menos veracidad. Racionalizar y detectar falsos errores de pensamiento es el primer paso.
  • Es recomendable compartir con otras personas lo que les sucede. Siempre es bueno poner en voz alta esos miedos para que otros nos ayuden a tomar conciencia de su poca validez.
  • Es básico, trabajar las heridas traumáticas infantiles, en base a las cuales se han construido estos patrones de autocrítica, desvalorización y desmerecimiento.
  • Hay que traer a la mente los éxitos logrados y esos reconocimientos conquistados. Algo así le permite a la persona con este síndrome tomar conciencia de que no son tan falibles como creen.
  • Otra buena estrategia para desactivar el síndrome del impostor es ayudar o formar a otras personas. Compartir conocimientos, habilidades e instruir, es un modo sensacional de descubrir todo lo que uno puede aportar al mundo. Con ello, la autoestima se fortalece mucho más.

Para concluir, aunque es cierto que no estamos ante ninguna categoría clínica o trastorno psicológico, es un fenómeno que limita en mucho el crecimiento y el desarrollo personal. No dudemos en solicitar ayuda si lo necesitamos.

 

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